Pues nada, aquí en tardes otoñales, otra nota más sin sentido, otros versos más al aire:
Mil porqués en mi cabeza
se a galopan de repente
no hay razones ni motivos
que procese el coeficiente.
Yo en el vértigo suicida
que no abandona mi conciencia,
tú y tu temple inapelable
que me exige congruencia.
Yo mujer ave de vuelo
en busca de otros cielos,
tu y tú vértigo a volar
prolijo amor hacia el suelo.
Tu atracción a mi locura
que no alcanza para amarme,
te cuestiona la amargura
adherida a mis carnes.
Yo mirando estupefacta
la cicatriz de tu espalda,
tu absorto en soliloquios
que te impiden observarme.
Yo necia en la azotea
descalzada cara a la luna,
tu intentado aprehender
mi futilidad inoportuna.
Querido amigo
no me entiendas
no me quieras
ya me voy.
A donde tu mirada no cuestione,
no escudriñe, no me riña,
no me ciña, ni me ate
a ideales del amor.
Me voy a dónde no me encierren
en prisiones de calificativos,
dónde la locura no sea adjetivo
ni el sustantivo que la acompaña sea yo.
Me voy a donde mi esencia
no perturbe tu paciencia,
alejándonos de nuevo
a la menor contingencia.
Me voy y no acabo de irme
porque anhelo llevarte conmigo
a un lugar sin prejuicios
donde desdeñen los motivos.
Ya sé que les gusta como escribo, pero ojalá y quien les gustará fuese yo...
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