(quizá menos)
Tengo la cabeza inquieta, llena de pensamientos inútiles, e ideas insignificantes que obstruyen mi descanso o el más ínfimo progreso en el arte de empacar cosas insignificantes que terminaré por no usar, ya que acabaré enclaustrada a la cama, emparedada a la pantalla del televisor.
Aún ahora me niego a abandonar el perímetro delimitado por mi la cama, acabo de empezar a relajarme y ya notó el dolor de hombros, la garganta, los cólicos y el olor a sangre aproximándose, susurrando un popular "me oyes, me sientes". Pero no quiero abandonar la cama, acabo de empezar a relajarme, y hasta una tarea sencilla como hacer un equipaje para un par de días me parece la tarea más cansina del mundo.
y es que lo realmente triste es saber que en cuanto ponga un pie sobre la capu estaré más cerca del inminente retorno, es curiosa el anhelo que me provoca ir a casa y que termina apenas llega el día de emprender el viaje, lo abrumada que me hace sentir saber que parto y que volver no es ir a casa sino regresa a puebla, ya siete años aquí y mientras más lo pienso más me asusto porque creo que he sobrepasado mi tiempo aquí, que estoy caduca y necesito airearme.
Pero voy a casa, más no regreso a casa, y cuando vuelva a puebla mi residencia temporal no estaré volviendo a casa, sino simplemente regresando a una especie de aquí temporal; un aquí que no es mi hogar porque tengo el mal habito de fincar hogares imaginarios en ojos ajenos, aún me falta tiempo y sabiduría para terminar de comprender, para convencerme que las miradas no fungen como moradas por más honesta que puedan percibirse, por más cálidas que puedan añorarse.
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