domingo, 21 de octubre de 2018

La Perra Sororaria


Yo sólo les quería preguntar por qué cuando tenemos cinco munutitos para hablar de feminismo esos cinco minutos son malgastados en ofrecer disculpas y justificaciones, algo así como: soy feminista pero…
-no soy lesbiana
-nos soy radical
-no odio a los hombres


Lo señaló porque estas aseveraciones asoman implícitamente la culpa de ser libres y el temor a ser juzgadas. Trasladamos la dicotomía de la buena y la mala mujer, a la buena y la mala feminista. Porque siendo feministas ya estamos dentro de las malas mujeres, pero siempre puede haber peores… y reflexionando me parece que ese acto verbal digno de ejercicio confesional de iglesia calma algunas conciencias que aún sienten el peso culposo de ser una mala mujer e intenta redimirse erigiendo una figura alterna “la buena feminista”, la respetable, la que no odia a los hombres, la que no es lesbiana y cumple con el mandato que establece una supuesta coherencia entre el sexo y género, que además denota lesbofobia (allí se los dejo para reflexionar).

La buena feminista la que no es radical, como si el feminismo persé no lo fuera, y creo que negar la radicalidad del movimiento es un poco como escupir al cielo y que nos caiga en la cara, si querían ser respetables debieron quedarse en casa a lavar platos y fregar pisos, allí están las mujeres respetables que se adaptan a la norma ajustadas a la moral hegemónica, si lo que esperan es palmaditas en la espalda y encabezados felicitándoles deberían de ir a defender fetos, las ballenas jorobadas o causas menos controversiales, inapelables, razonables, en concordancia con los valores religioso del momento.

Consideraba que no era necesario subrayar cuestiones tan elementales como que “lo personal es político” es una frase que viene del feminismo radical, ese que tanto niegan y que surgió por allí de los setentas señalando que la vía institucional por sí sola es insuficiente, apuntando a la necesidad imperante de transformar la manera en que nos relacionamos e interactuamos, emergió como un discurso potente alterno a los movimientos de izquierda que relegaban el género, denunciando como en las luchas contra el racismo o el capital también estaba presente el sexismo, el feminismo en términos teóricos y críticos les debe bastante para lo mucho que se les cita y lo poco que se les reconoce ¿o quienes creen que empezaron a problematizar la connotación política que tiene el término Patriarcado?

Y bueno si tengo que venirles a recordarles esto pues quizá anden adolesciendo un poco de lecturas pese a los títulos universitarios que puedan ostentar. Insisto el feminismo es insurrecto de raíz, sus manifestaciones y sus reclamos nunca han sido socialmente aceptados, a mí personalmente me da más vergüenza que medios amarillistas elaboren encabezados diciendo “feministas se portan bien, ahora no rayaron paredes” y permitir que esos mismos medios que muestran cuerpos masacrados, degollados, violados y justifican los feminicidios tengan un papel determinante en la manera en que se solicitan exigencias, se desarrollan actividades y se expresan demandas, me da más pena que la racionalidad económica embestida de proteccionismo patrimonial les nuble la vista, el juicio y que el gafete feminista se les tambalee a la primera crítica.

entonces las grandes preguntas son: ¿Por qué pintan paredes? o ¿por qué se encapuchan?, sin embargo este cuestionamiento no sólo es hacia las feministas, y creo que es lo que hay que entender de fondo, este cuestionamiento va contra la legitimidad de la protesta, y me parece que quién no entiende, se ha pasado escondida en una cueva desde la última década del siglo pasado, quien cuestione la capucha o ha estado incomunicado o tiene memoria corta y no recuerda el zapatismo.

Manifestación que no incomoda es procesión religiosa, esas manifestaciones para recordar el poder de dios, que no buscan cambiar nada, ni ganar nada porque ya tienen el cielo comprado, esas manifestaciones a las que si concurrimos las mujeres, las organizamos, esas que son ordenadas, silenciosas, pacíficas, donde no se dicen groserías, porque la naturaleza divina no nos hizo violentas, y allí está la lectura de género, una disculpa por tener que subrayarla tantas obviedades.

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