moriría como la Nela,
la pobrecita Marianela
apocada,
a minorada,
ninguneada,
incinerada por una mirada
ávida de belleza,
una mira que con destreza
ignoraría mi naturaleza,
y yo moriría de tristeza
diluida en la sutileza
de quien busca en lo feo nobleza.
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