martes, 12 de diciembre de 2017

Palabra y Dignidad

Tengo palabra y palabras:
las suficientes para decir te amo
las indispensables para decir adiós
las imprescindibles para confesar te extraño
las necesario para expresarme hoy.

Tengo dignidad:
La dignidad de un niño en el amor
la dignidad de una viuda en el adiós
la dignidad del poeta en el desamor
la dignidad que da un portazo
para decidir ya no torcer el brazo

Tengo dignidad en mis palabras
para acallar tu nombre
y dejar de llamarte amor,
silenciar mis deseos obscenos,
evocarte sin esperar reconciliación

Tengo mis dignas palabras
las de siempre y algunas más,
las justas para reconocer mi perdida
y un diccionario entero para la resignación.

Tengo por talismán recuerdos 
y de mantra tus frases de amor,
y si la dignidad se extingue
y las palabras se olvidan
tengo tu mira fría
para exclamar ¡YA NO!



Si te vas le alzas a la chingada - Pero Jeanette no podemos ponerle así a una canción pop-

sábado, 11 de noviembre de 2017

Continúas

Breve relato exasperante

Un día antes te recuestas al rededor de las 10 PM llevas una semana aplicando los buenos hábitos de sueño, despiertas a las 6:30 con tiempo suficiente para ducharte y desayunar, calculas el tiempo y te regalas otros cinco minutos más, te levantas para entrar a la ducha, pones esa canción que tanto te gusta en tu teléfono móvil, escuchas las notas y cantas bajo el rocío tibio de la regadera, sales y elijes unos jeans cualquiera, una blusa, zapatos cómodos, cepillas tu cabello y te miras al espejo, te sonríes; luego preparas el desayuno y con calma degustas aquello que preparaste pensando en darte gusto, lavas tus dientes, tomas tus cosas y sales al mundo.

El clima es agradable, definitivamente hoy te levantaste con el píe derecho, caminas con calma para el trabajo, y justo al dar vuelta en la primera esquina te encuentras con el mismo individuo que te has topado en las últimas semanas, con sus dos perros, su mirada de cuasi galán y un par de ojos que pasean por tu cuerpo, te escudriñan, intentas ignorar el asunto, no te va a arruinar el camino nadie, hoy es un día bonito, no vale la pena amargarse por un idiota, continúas tu camino y un par de calles más adelante un tipo recargado en una caseta telefónica te escanea de pies a cabeza, le mantienes la mirada porque no estás dispuesta a desviarla y frenas las palabras que estaban por salir, pero ese pequeño triunfo se esfuma antes de terminar la calle cuando un adulto mayor te piropea, su edad y tu educación pueblerina frenan las groserías que tenías preparadas. 

Continúas tu recorrido con paso firme cuando un fulano en coche te silva a la par que orilla su auto hacia la acera por dónde vas caminando, te asustas, aceleras los pasos en caso de que quiera intentar algo más, estás listas para correr, el tipo se aleja sin más en su auto, adivinas su sonrisa de satisfacción en la distancia, pasado el susto continúas el camino, vas conmocionada, comienzas a sentirte molesta, cruzas la calle y otro nuevo personaje en auto comienza a sonar el claxon y silbar, tu enojo ya es notorio, tus pasos resuenan. Aún no has llegado a tu destino, aunque falta ya poco.

Dos calles más y estarás en un lugar seguro, pero antes debes atravesar un crucero, entonces allí están los limpiaparabrisas que habías encarado hace tres semanas, tres semanas que habías transitado en paz por ese tu paso obligado, cotidiano, usual, cruzas sin mayor percance y justo cuando andas por la otra banqueta comienzan a silbarte desde el camellón, caminas de espaldas levantas el brazo y les enseñas el dedo medio, ¡pinches hombres! dices entre dientes, estás tan enojada que no te importa ir hablando por la calle,  arribas a tu oficina temblando de coraje,era lo que te faltaba, pero el asunto aún no termina, debes volver por un encargo, ida y vuelta los silbidos de los cuatro limpiaparabrisas son constantes, explotas, estallas, te volteas, y de banqueta a camellón les gritas "¡ya cabrones! ¡hijos de su chingada madre! ¡ya, déjenme en paz!", te ignoran, dan media vuelta y se hacen los desentendidos, ellos no hicieron nada malo en cambio  tú eres la loca que esta violando las normas de urbanidad y convivencia gritando obscenidades en vía pública, has dejado de lado tu feminismo y te has puesto a mentar madres como el único recurso que tienes para medio desahogar tu hartazgo e impotencia. 

Llegas a la oficina con ganas de meterte al baño a berrear tu coraje y sorber la humillación, piensas en cavar un agujero y no salir en por lo menos lo que resta del día,  pero no puedes porque hay actividad planeada, tiemblas mientras tratas de templarte y poner atención, sabes que tienes lo ojos algo vidriosos pero no les vas a dar el gusto de ponerte a llorar, porque aun así continúas - continúas - continúas  muy a pesar de todo continúas, hoy te acosaron 9 hombres en un recorrido de seis calles durante un tiempo mínimo de una hora (quizá menos), y tu continuas o la menos eso intentas.  Redactas esta nota para compartir tu rabia mientras te sudan las manos y sientes el estómago revuelto, piensas en todas las otras mujeres que día a día experimentan esta impotencia, coraje, vergüenza, las piensas por cientos, miles, millones, en distintos contextos, a todas horas del día, en la ciudad, el campo, la calle, sus trabajos, la escuela, en distintos idiomas, diversas culturas, tonalidades de piel, piensas que todo esta de la mierda y sin embargo continúas. 



viernes, 10 de noviembre de 2017

La abuelita Pili

Hoy desperté pensando en ella, la necesidad de sentirla cerca me llevó a ponerme una blusa negra con motes blancos, de lunares, siempre lunares que me recuerdan su vestido negro salpicado de machas blancas, ese vestido que nos acompañaba los domingos de vacaciones al malecón por un elote, el ritual empezaba desde temprano con mi hermano y yo demandando ir al parque, el eterno parque ¿A dónde más íbamos a ir en Martínez de la Torre Veracruz al final de los 90?


En la sobremesa después del desayuno empezamos a implorar la salida dominguera,  durante la segunda o tercera taza de café negro, si café negro  nada de café americano ni  anglicismos, el café era negro o con leche y san se acabó, se servía con un pocillo de la olla y se desparramaba durante el trayecto a la taza, se bebía caliente a pesar del calor siempre constante, arriba de los treinta grados, la abuelita Piedad decía que beber café caliente te quitaba el calor, por eso en su casa se bebía todo el tiempo.


-Doña Piedad no le de café negro a los niños- interrumpía mamá - si hija, no te preocupes- acto seguido mi mamá se descuidaba y ¡pum! aparecían los pocillos a medio llenar con café negro como por arte de magia, pero mi madre, al fin madre, siempre bruja secundaba la aparición con un chorrito de leche,el café se pintaba de apoco, luego venía una cucharada de azúcar, darle vueltas con la cuchara despacito para ver cómo poco a poco el líquido se coloreaba mestizo y luego  la llamada de atención de papá -niña no le pongas tanto azúcar te va a dar diabetes-.


Mis abuelos tenían diabetes pero muy a pesar de ello los abuelos, especialmente la abuela, jamás abandonaron el gusto de beber coca cola y comer chocolates, gusto que siempre compartió de muy buena gana con sus nietos misantecos, la abuela nos daba dulces y café negro a escondidas, tan insolentes y malcriados nos volvimos bajo su siempre indulgente sombra que al llegar a su casa antes de saludar visitabamos la cocina para ver que chucherías íbamos a engullir durante nuestra estancia, tan osados éramos que mi hermano acercaba una silla a la estufa donde reposaba la olla del café, se encaramaba y con un pocillo nos servía en tazas de plástico mientras desparramaba la mayor parte del contenido por la cocina que era de lámina de zinc.


La lámina de zinc se calentaba a lo largo del día, el sol le daba inclemente y justo cuando empezaba a enfriarse, por allí de las seis de la tarde, la abuela empezaba su ritual de belleza, salir a pasear con nosotros para ella era un lujo, era tan entusiasta como sus nietos; la abuela fue hija de un don cafetalero, alguna vez presidente de Atzalan, la casaron muy joven con el dueño de la tiendita… de raya (ok no, en realidad cuando cuento esa parte de la historia siempre hago esa broma para restarle un poco el pesar de que la casaran muy joven con un hombre que era notoriamente más grande que ella a quien confundían con su papá),  luego conoció al abuelo y digamos que tampoco le fue mejor, ella tuvo diez hijos y se la paso lidiando con los problemas de bebida del abuelo, quizá es el caso de muchas mujeres de ese tiempo (pero para mi es importante porque es la historia de mi abuela, es la historia de las mujeres de mi familia, es mi historia), doña Piedad hacía tortillas para vender, lavaba ajeno y hacía malabares con el gasto para alimentar a todos sus hijos.


Claro que después de vivir toda su vida al servicio de otros era un lujo los domingos empezar a alistarse para salir, mirarla era un deleite, me sentaba en el bordo del catre donde dormía con mi abuelito y la observaba descaradamente con su vestido de lunares con cuello blanco, su cabello cano y corto, aún despeinado, aún húmedo de salir de la ducha, tomaba un peine y comenzaba a alisarse los cabellos frente al espejo que venía incluido en el ropero, se hacía la raya al lado y se peinaba el flequillo pulcramente; luego venía el rostro y ponerse polvo en tono natural, verla polvearse mientras se miraba al espejo era hipnótico para mi, podría haber estado en esa esquina del catre viéndola polvearse por años, embelesada la observaba usar su talquera, miraba  las arruguitas que surcaban su frente, observaba sus manos con pecas de edad y de sol, pero lo que más me llamaba la atención era la piel curtida que  se dejaba ver entre el final del cuello y el pecho, podía apreciar cómo la intemperie había dejado pequeñísimos surcos delineados justo en esa parte de su pecho, era un triángulo de piel curtida por el sol de Veracruz, porque la crema no alcanza cuando la piel habla de las faenas atrasadas y el trabajo de sol a sol.


Del pasado glorioso de cafetales cercanos al Encanto lo único que le quedaba a la abuela era el recuerdo de hacer cubetas y cubetas de tortillas en compañía de sus hermanas,  desde la madrugada debían ser las primeras en levantarse, para que los mozos pudieran almorzar tenían que estar las tortillas listas y el café caliente; supongo que desde ese entonces tenía el escote ahumado, tostado por el calor de la lumbre,  curtido por las gotas de sudor que encontraron allí su camino para desahogar el esfuerzo físico y refrescarle un poco el pecho. Para acabar de plasmarse por completo en mi memoria la abuela usaba su talquera para espolvorear, resecar su escote y así evitar que el sudor propio del clima cálido húmedo de la región la siguiera erosionando con ese líquido  salino que anuncia mares no tan lejanos.  

A 13 años de su ausencia suelo buscarla en el espejo, miro esas salpicaduras moteadas cafés que escarchan mi piel, me regodeo en las pequeñas manchas de sol que están comenzando a aparecer en mis manos,  frente al espejo acecho mi imagen y observo mi escote  buscándola, comienzo a mirar los esbozos del tiempo, a adivinarlos, hace tiempo que tomé la decisión de no usar crema ni bloqueador en ese ínfimo espacio de mi cuerpo que me recuerda a ella.

jueves, 26 de octubre de 2017

Fiel al derecho y al revés

...Y bueno yo no entiendo por qué en estos momentos no estoy bebiendo en el barrio del artista el rechazó de aquel a quién mi corazón le confié y me lo regreso en versión de papel, corazoncillo al que le hace sentido hasta el amor imposible de Pitágoras, acotaré aquí que si ese poema mal logrado(sic) te hace sentido tienes problemas, problemas de todo tipo: existenciales, matemáticos, literarios, de comprensión lectora, emocionales, etc.

En fin que en este mes tan Joaquín Sabina yo prefiero estar en modo lector de la Poniatowska, compartirles un poco de lo que hay en mi corazón de papel china (mojado - si desean agregarle más dramatismo-) que llena una pluma ociosa, sin talento pero lo suficientemente ingeniosa para tributarle a ese nombre tan jugable que me permite mencionarle sin necesidad de hablarle ;)


Fiel al derecho y al revés

Fiel en tu ausencia encontraré paciencia
para recordarte en ropa interior,
en soledad descifraré la alquimia
de evocar tus labios sin sentir dolor.

Fiel a ti debo confesar que no domino aún el arte
de pensarte sin sentir pinchazos en el interior,
de escuchar canción, poema o composición
en cuya letra no busque alguna explicación.

Fiel en la distancia y tu indiferencia
me he disfrazado de alegría
parar ignorar la melancolía,
olvidar la experiencia de sentir tu cadencia,
y distraer al suplicio de despertar sin ti.

Fiel al derecho y al revés respetaré tu decisión
de cerrar este capítulo de desamor,
utilizaré aquel fatídico signo de puntuación

y me iré sin pedir alguna explicación.

domingo, 22 de octubre de 2017

Tristes lineas sin destinatario

Aquí en este típico mes de octubre extrañando las arruguitas que envuelven las comisuras de su sonrisa:


Extraño al extraño que no me extraña
cuyos oídos ignoran mi voz,
tristes lineas sin destinatario tengo
al saberlo muy lejos de mí.

Helada la piel clama su presencia
mientras el ego exige un por qué,
la esperanza cree que todo ya es vano
y el pesimismo suspira un tal vez...

El orgullo susurra "no es nada"
la razón opina "ya pasará",
por lo pronto el corazón lo extraña
y la mente grita no lo olvidarás.

Tristes líneas sin destinatario tengo
al saberlo más lejos que el sol,
recordar su sonrisa me mata
extrañarlo es el deporte de hoy. 

Fiel a su ausencia encontraré paciencia
para mantenerme lejos de ti,
insistir más sería no tener conciencia,
romper  su solicitud de ausencia, 
de ausencia de mi. 



sábado, 30 de septiembre de 2017

Azul en mi memoria



Azul era mi compañera de juegos en el jardín de niños, jugábamos juntas en los recesos, compartíamos mesa de trabajo, yo la admiraba de algún modo porque ella era una niña muy desenvuelta y platicadora, le gustaba participar de todo y lo disfrutaba mucho, yo que era más bien una niña paliducha y enfermiza que se ausentaba largas temporadas por el asma veía en ella una niña sana y entusiasta cuya amistad era un gran logro para mi que en ese entonces era más bien retraida.

Un día después de mis largas ausencias al volver al salón de clases me di cuenta de que Azul no se encontraba allí, y al siguiente día y al siguiente día y al siguiente, los adultos murmuraban y mi mamá me regañaba para que me fuera a jugar mientras ella conversaba con las otras madres de familia; yo comencé a preguntar por mi compañera juegos,  primero a la maestra y luego a mi mamá, me decían que luego iba a volver, que estaba enferma pero volvería pronto, hasta que un día mi mamá se armó de valor y decidió afrontar mis preguntas.

Ese día me enteré que Azul no volvería, su familia se había mudado a una ciudad vecina, mi mamá comenzó a hablar de mis partes íntimas y cómo no debía permitir que nadie las tocara sin mi consentimiento, me repitió una vez más que siempre debía estar dónde pudiera verme y no hablar con desconocidos, que si alguien intentaba tocarme debía decírselo de inmediato.

Del saldo de mi amiga Azul del preescolar el grupo aprendió a desconfiar,  nadie debía tocarnos y que debíamos tener cuidado de los extraños, de los adultos, de quién no fuera nuestra mamá o la profesora; para estar aún más alerta mi madre me había revelado la identidad del violador de Azul.

Varias noches me dormí pensando que era aquello tan atroz que pudieron haberle hecho para que ella no volviera más a la escuela, de camino al jardín pasaba cerca de la casa de la persona que la había lastimado  y me preguntaba porque no era él quién se había ido del Pueblo.

Yo tenía cuatro años cuando supe que habían abusado de Azul, ese día de alguna manera también abusaron de mi, violaron mi mundo y acabaron con parte de mi confianza en las personas.

miércoles, 23 de agosto de 2017

La facilitadora bien intencionada

El día de ayer asistí a un curso al iap, mala idea, el curso fue sobre “autoconocimiento y desarrollo del potencial del personal en la organización” o al menos así versaba la primera diapositiva que lo presentaba aunque los contenidos de dicho curso se centraron en la primera sesión al autoconocimiento ¿y el personal y la organización? supongo quedarán pendientes para la sesión a la que no volvería por nada del mundo, ni siquiera para realizar la evaluación y dar mi pestilente opinión al respecto, así que vomitaré aquí las anecdóticas horas de la tarde de ayer.

Antes de empezar se nos dio unas etiquetas y ella barrió el salón con la finalidad de observar nombres complejos y acercarse a preguntar respecto a su pronuncia so pretexto del significado, y luego lo de siempre, presentaciones, establecer acuerdos, de esos vagos dónde se escribe respeto sin especificar que es él respeto, porque respeto significaba no tener el celular en la mesa, salvo los de los consejeros con traje y corbata a quienes no atosigo tanto.  

Desde las presentaciones mis ojos comenzaron a abrirse como platos al escuchar de entrada a un consejero presidente enunciar “trabajo para el gobierno”, aprovecharé aquí para acotar que a los talleres asistimos algunos de los consejeros ciudadanos y suplentes, que ser Consejero Ciudadano no es trabajar para el gobierno ya que formamos parte de órganos consultivos externos y participamos desde la ciudadanía, sin remuneración alguna, la injerencia varía de acuerdo a los intereses del municipio y nuestro impacto básicamente se encuentra en tratar de incidir y dar recomendaciones en la política pública a nivel municipal de los diversos títulos que ostentan los consejos; después de esta breve explicación espero comprendan mi sorpresa al escuchar de quién preside un consejo de participación ciudadana asumirse empleado de gobierno, lo que me hace pensar que no ha leído el Código Reglamentario Municipal pero ni por error al no tener claro el papel que juega como Consejero Ciudadano, ya que como funcionario no podría ser parte de un Consejo Ciudadano debido a algo llamado conflicto de intereses.

Las presentaciones continuaron y la mirada clínica de la psicóloga no tardó en aparecer, el espacio de confianza fue violado en un primer momento por ella, al solicitarle a una compañera con base en su presentación que debía quedarse al final a conversar con ella, así sin más, en frente de todos, independientemente de la falta de tacto y ética, yo subrayaría que la compañera no volvió a participar en las siguientes tres horas que perdí al interior de ese salón; la presentación transcurrió llena de prejuicios, tienes tiempo de dormir mucho o de leer seguro eres soltera, te hace falta un novio (porque ya saben todas las mujeres somos heterosexuales), cambiaste de alimentación seguro eres vegetariana no dejes de comer carne porque la ciencia dice bla bla bla (la compañera no era vegetariana ni vegana y si lo fuera qué),  por citar algunas de los comentarios invasivos que se dio el permiso de hacer apenas conocernos.  

Empezó a dar el tema, voltee por dos segundos a hacer un comentario al compañero de junto acto inmediato me llamo por mi nombre agitando su mano para que yo viera hacia ella, a lo que pude leer que de técnicas pedagógicas carecía y además que únicamente haría observaciones y llamados de atención a aquellas personas que viera como sus pares o por debajo de ella considerando la edad y el género principalmente, lo que eximio a mi compañero de ser reprendido a pesar de haber dormitado en algunos momentos, a los señores de traje les dio permiso de menospreciar los comentarios de las compañeras, pero a mi compañera de consejo no la salvo de ser reprendida por tomar el teléfono un instante.

Ahora puntualizaré la participación de un consejero presidente que además ostenta el título de arquitecto, quién se dedicó a menospreciar las opiniones de las compañeras, en algún momento se habló de como la lectura de la historia hecha por científicos del siglo XIX era androcéntrica a lo que él interrumpió la participación exclamando “nada les gusta”, pasando por alto dos de los acuerdos de convivencia el de pedir la palabra levantando la mano  y el del respeto que asumo de manera idealista se refería también a las opiniones expresadas; el siguiente comentario hilarante de este flamante personaje tuvo que ver con una compañera que expresaba cuestiones relativa a la crianza de los hijos y sobre ser madre soltera en casos hipotéticos, a lo que él nuevamente interrumpiendo expreso a todo pulmón “estás así porque quieres” (sólo le faltó decir mamacita), podría echarme un rollo muy amplio respecto a este ofrecimiento dado en el aula de un Instituto, hecho hacia una compañera a quién probablemente veía por primera o segunda vez pero lo dejaré a criterio de cada quien; subrayaré que ambos comentarios sucedieron en presencia de la facilitadora quién de manera indolente ignoro  lo sucedido.

Las escenas anteriores fueron dadas después de nuestro receso, cuando los comentarios se desataron y fue más que evidente que de perspectiva de género no tenía nada nuestra bien intencionada facilitadora, quién los cuarenta y cinco minutos que me quede dentro de esa aula se la paso hablando de como habíamos desvalorizado el papel de los hombres y el don que nos dio Dios o la naturaleza (para quién no crean en dios puntualizo) para parir hijos que no debemos menospreciar, y entonces el ilustre arquitecto que se autodefinió a sí mismo como sociólogo urbano nos aventó otra perla devenida del más rancio positivismo respecto a que la evolución se debe precisamente a la complementariedad de los sexos, porque ya saben somos mitades incompletas del mundo y estamos en armonía cuando hombre y mujer juntamos nuestros cuerpecillos y nos reproducimos (sic); y para cerrar con broche de oro hizo aparición la especialización o intereses en neurociencia de la facilitadora quien nos comenzó a explicar como secretamos determinadas sustancias químicas las mujeres cuando estamos cerca de un hombre, seguido del discurso pro familia, etc.

En el curso salieron cuestiones anecdóticas también sobre sus amigas las divorciadas que quisieran estar casadas y no tenían un hombre a su lado porque fueron jóvenes rebeldes por influencia de su medio pero que ahora quieren a un hombre por argumentos que tienen que ver con cuestiones de no trabajar y seguridad económica, argumentos que ella puso en la mesa para después decir que pese a lo dicho no era por cuestiones económicas sino por necesidad de complementariedad afectiva, quizá si  hubiera dicho que sus amigas deseaban despertar con alguien al lado o con quién compartir la vida tal vez me la hubiera creído pero sus argumentos y su propuesta no empataban mucho que digamos, me parece que en ese momento dejo de escucharse a sí misma en ese momento, ya que se encontraba tan ocupada tratando de ganar legitimidad y demostrar que su punto era el correcto que acabo empleando cuarenta y cinco minutos para una cuestión que ella expresamente había dicho no iba a profundizar.

Y finalmente la compañera con la que iba y yo decidimos salir, al no haber escuchado nada respecto al “autoconocimiento y desarrollo del potencial del personal en la organización” más que el trillado discurso que consiste en que nosotros cambiemos y nos conozcamos para después cambiar el mundo, argumento bastante debatible que también dejaré a sus capacidades críticas, fue curioso porque como mujeres feministas no fuimos quienes nos clavamos en el tema, incluso pasamos por alto muchos de los comentarios al observar a una facilitadora poco sensible,  en este momento que redacto ya pasadas las horas, más que molestia la situación  acabo causándome un poco de pena, al reflexionar sobre la manera tan obstinada en que rebatía y buscaba argumentos nuestra facilitadora, incluso llego el momento en que se abrió con el grupo y develo un poco de su historia personal con la finalidad de apelar a nuestra comprensión en su papel autoasignado de defensora de los hombres pero para ese entonces ya había perdido mi interés y las ganas que tenía de  compartir con aquel grupo se habían esfumado después de escuchar dos veces que  feminismo y machismo son polos opuestos, una vez por el ilustre personaje antes mencionado y la otra por la facilitadora.

Pero lo que más me causo pesar fue dejarla allí en medio de esos consejeros ciudadanos trajeados que han olvidado su parte  de ciudadanos y por ostentar un mugroso gafete una vez al mes se siente servidores públicos, la pienso aún allí tratando de buscar argumentos sólidos en la biología y una historia evolucionista de hace dos siglos para convencernos, la recuerdo desnudando su historia personal frente a gente desinteresada y harta, noto sus intentos por convencernos de ser parte de esta cruzada que se ha autoimpuesto para “revalorizar a los hombres” y se me encoje un poco el corazón.


Para cerrar les dejaré mis notas del curso: 


domingo, 30 de julio de 2017

Discursos legítimos del saber: disciplinas que norman la mirada
(Reflexiones en torno al violentómetro)


Introducción

El presente trabajo pretende  realizar una breve reflexión en torno al uso de violentómetro como una alternativa en el tratamiento para prevenir y erradicar la violencia en las relaciones de pareja; la reflexión se basará principalmente en el análisis de una breves entrevistas realizadas a 12 universitarios, pertenecientes a las facultades de  Administración,  Biología, Ciencias de la Computación, Ciencias de la Comunicación, Ciencias Químicas, Electrónica y Psicología. Las preguntas realizadas, siempre en el mimo orden y enunciación, fueron las siguientes:

11)    ¿Conoces el violentómetro? En caso de que la respuesta fuera positiva se increpaba dónde era que lo había conocido.
22)    ¿Consideras que ayuda a prevenir y erradicar la  violencia? ¿Por qué?
33)    Tendrías alguna recomendación para mejorarlo…

Aunque el número de entrevistados se contó con un porcentaje equitativo entre hombres y mujeres, esta particularidad numérica que podría leerse como un intento de observar puntos de vista equitativos entre hombres y mujeres es más bien obra de la casualidad dada por la naturaleza de la muestra[1], que no es una muestra aleatoria ni representativa en sentido estricto de los requerimientos que un estudio cuantitativo exige, sin embargo esto no demerita las cualidades del presente trabajo, al contrario el análisis y la realización de entrevistas se ven enriquecidos al  establecerse en marcos más amigables y  menos rígidos que logran sortear la formalidad de la entrevista acontecida entre desconocidos.

Una vez establecidas las particularidades de la muestra es necesario establecer  la violencia de género como el principal eje analítico, el cual nos servirá de marco interpretativo para leer las respuestas dadas por los entrevistados, atendiéndolas  más allá de aquello verbalizado, con la finalidad de problematizar las respuestas  dadas dentro las lógicas de las relaciones de poder en un sentido foucaultiano acudiré a la noción de violencia de género que plantea Irma Saucedo en el texto Identidades de género y violencia: la prevención en el sistema educativo
                       
La violencia de género es un efecto de las relaciones de poder, en una sociedad marcadas por la diferenciación sexual; este poder múltiple asociado con la identidad de género no se ubica solo en el estado o los espacios tradicionalmente relacionados con el poder, ya que se reproduces en todos los espacio de interacción. (Saucedo,2010:203)[2]

Esta noción permitirá leer las respuestas como consecuencias de las relaciones de poder que los ha modelado y hecho devenir  sujetos de género, un devenir sujeto de género que se encuentra en constante retroalimentación con los diferentes espacios cotidianos que contribuyen a perpetuar lógicas basadas en la diferenciación sexual, espacios como el escolar, particularmente la universidad un lugar de producción y reproducción discursiva de saber-poder, lugar común de los entrevistados, lugar que  parafraseando a  Aurelia Martín Casares (2006)[3] continua siendo el lugar que la ciencia emplea para explicar el mundo en masculino, cuyo punto de referencia y universal por excelencia es la figura del VARÓN.

La manera en que se estructura este ensayo obedecerá al orden de las preguntas realizadas, que van del reconocimiento del violentómetro, la reflexión al respecto de su utilidad y la posibilidad de pensar la manera de mejorarlo, a estos breves apartados se  anexará otro más para abordar los incidentes y comentario acontecidos  cuando se realizaron las entrevistas una vez que la grabadora dejo de cumplir con su labor; finalizaré con mi posicionamiento personal y las plantearé algunas reflexiones a manera de conclusión.

¿Quién conoce el violentómetro?

Del número de encuestados 5 conocían el violentómetro, todos ellos lo conocieron dentro de un contexto escolar, y dos de ellos de manera reciente debido a las medidas que actualmente se están tomando en la BUAP,  dentro del periodo del rector Antonio Esparza, las medidas se han tomado en respuesta a las demandas que el sector ciudadano y la comunidad universitaria han hecho ante el nulo posicionamiento de la Universidad en torno a la situación que aqueja a las poblanas.

Dentro de las personas 7 personas restante, seis no conocían el violentómetro y una recuerda haber escuchado alguna vez nombrarlo a manera de broma pero no lo conocía de manera física. En un primer vistazo a estas cifras tenemos que la mayoría de nuestros entrevistados no conocían la existencia de esta herramienta que busca la erradicación de la violencia en la pareja, una de las entrevistadas comento haberlo conocido a través de  la denostación del mismo, dos personas lo ubican porque últimamente ha comenzado a parecer en los pasillo BUAP  y sólo tres de los entrevistados lo conocieron a través de charlas o investigaciones promovidas por centros educativos.

¿Qué nos dice este imperante desconocimiento? Nos habla de cómo hasta el momento la violencia en las parejas/ el noviazgo/ las relaciones de amistad/ el free y extrapolando un poco más la violencia en el matrimonio no se encuentran dentro de las prioridades sociales a tratar, discutir y problematizar al interior de los centros educativos, estos problemas no se encuentran dentro de las agendas escolares a pesar de involucrar potencialmente a toda su población.

 Haciendo un símil entre el planteamiento de Aurelia Martín Casares (2006)[4] sobre el  androcentrismo, diremos que la violencia que acontece entre los miembros de la comunidad universitaria por parte de sus parejas, muchas veces sus pares o miembros también de la comunidad, al no ser enunciada, ni tener espacios que propicien su enunciación suele ser omitida de manera intencional ante el menoscabo del impacto que tiene en el desempeño estudiantil o el poco impacto que se considera puede tener dentro de los indicadores y estándares de calidad, es decir en correspondencia con un proyecto ideológico y político dicha omisión suele ser deliberada.  

¿A quién le sirve el violentómetro?

La pregunta número dos abrió un panorama diverso sobre como los entrevistados perciben el violentómetro y también comenzó a revelar el interés o indiferencia  que se tiene respecto a los temas que tiene que ver con la violencia de género, su prevención y erradicación; sí contamos las respuestas de manera contundente podemos decir que impero la negativa desde diferentes lecturas e interpretaciones de lo que debiese ser la atención a estos casos, desde como realmente podría haber un cambio, dentro de estas siete negativas a la utilidad del violentómetro podemos hallar los siguiente:

  •    La desvinculación de la prevención como una manera básica de  erradicación de la problemática, al encontrar argumentos que sitúan al violentómetro como algo   que sirve para ubicar tipos de violencia pero que al sólo ubicarlos no es útil para quienes viven violencia al momento de conocerlo.
  •    Respuestas que reconocen soluciones contundentes para erradicar la violencia únicamente la búsqueda de ayuda profesional, que repite las lógicas patologizantes de la violencia en la pareja.
  •      -  La dudosa efectividad de la herramienta al interpretarse más como un objeto de burla que  como una fuente de  conocimiento o reflexión, lo que alimento la indiferencia de los receptores, reflejado en un entrevistado quién llanamente respondió No, Solo he visto a gente decir que son mamadas.. No sé… me da igual… no me impacto en nada (Entrevista 11)[5]


Dentro de esta respuesta hubo dos entrevistados que no polarizaron sus respuesta y contemplaron al violentómetro más bien como herramienta que puede ayudar a la toma de conciencia pero que por sí sólo es información más bien vaga, que podría no llegar al receptor de manera adecuada o confusa, puntualizando que  el violentómetro no contempla la gravedad de la problemática, dónde la víctima de violencia ha naturalizado tanto los ejercicios coercitivos sobre si misma que al ver/ mirar el violentométro no se encuentra identificadx dentro de estos parámetros; cabe mencionar que estos entrevistados han estado en contacto con Asociaciones Civiles que trabajan con temas afines a esta encuesta, por lo que sus respuestas fueron más reflexivas y extensas.

Las tres personas que consideran que el violentómetro ayuda a prevenir y erradicar la  violencia en general no dieron respuestas abundantes al encontrarse por primera vez con su representación, se mostraron más bien entusiastas, aunque las reacciones generadas en cada persona fueron diversas:

  •        En la entrevista número 5 podemos observar una respuesta positiva a medias, y un comienzo de un cuestionamiento ante el desconocimiento de la herramienta y la posibilidad de que el agraviadx se niegue a hablar.
  •      -  La entrevista 7 se dio una respuesta favorable, al expresar que le  parecía coherente el aumento de los grados de violencia hasta llegar a la muerte.
  •         Finalmente el entrevistado número 10 respondió apelando a que el violentómetro habré la posibilidad de reflexión, sin embargo se refirió a este como violentímetro lo que nos invita a reflexionar acerca de la manera en que los universitarios están leyendo esta información, llegando a comprenderla y apropiarse de ella o no.


En esta pregunta que exige un nivel de reflexión en torno a la utilidad del violentómetro podemos observar un posicionamiento en torno al área de saber dónde se desenvuelven, por ejemplo los ingenieros pusieron un mayor grado de atención la parte cuantificable y se apropiaron de la segmentación de la pregunta que contemplaba el conector “y”  en el ayuda a prevenir y erradicar la  violencia para sistematizar en dos etapas el procesos de erradicación, es decir desvincularon la prevención como parte del procesos de erradicación,  lo que les permitió emitir un no tajante.

 Por otro lado las respuestas de la psicóloga y el comunicador que no atinaron a dar una respuesta contundente se cuestionaron sobre la manera en que la información llegaba al receptor y este la interpretaba, no dudaron en dar en sus respuestas posibles alternativas de manera de amplia, y pidieron la profundización de los temas siempre pensando en los posibles receptores.

Esto nos puede arrojar a pesar del pequeño acercamiento poblacional que el contenido de la licenciatura influye en la manera en que se procesa la información, se abstrae y se da respuesta a las problemáticas sociales, influye en el modo de enunciar, es decir,  la pertenencia a un área del conocimiento permea en el universitario y su posicionamiento ante determinadas problemáticas sociales, retomando a  Aurelia Martín Casares (2006)[6] el encontrar estas diferenciaciones nos da cuenta de la dimensión política del conocimiento.

¿Quién recomienda qué?

El análisis de las respuestas de la tercera pregunta viene a reforzar la división anteriormente propuesta, podemos observar a las personas pertenecientes a las ingenierías con propuestas materiales y materializables, pensadas específicamente en cambios que se pueden hacer al violentómetro de manera física, propuestas como:
  •             Tomar los colores del semáforo para hacerlo más comprensible
  •       Incluir número telefónicos a dónde pueda acudir la persona al darse cuenta que padece alguno de los tipos de violencia contenidos en él.


Así mismo es de este sector de la población estudiantil dónde se encontraron las respuestas más normativas como:
  •   La búsqueda  de perfiles de jóvenes violentos, obviando la violencia como algo inherente a los hombres.
  •        La búsqueda de ayuda profesional, estigmatizando la violencia como algo anómalo.
  •   La certeza de que con las leyes basta para prevenir y erradicar la violencia, considerando cualquier otra alternativa como redundantes.
  •       Así como paradójicamente se insistió en hacer más público algo que en un primer momento catalogaron como inútil.

Mientras que los entrevistados de psicología y comunicación insistieron en la necesidad de acompañar al violentómetro de charlas que ayudarán a una comprensión más profunda de la problemática social, o de un tríptico, apostando por la necesidad de profundizar la reflexión en torno a un tema complejo, y pensando en las necesidades de los posibles receptores hicieron sugerencias que pudieran impactar a nivel explicativo y no sólo en el plano simbólico como los compañeros de las áreas de exactas, las sugerencias dadas por estos dos compañeros versaban en ejemplos de las situaciones de violencia o dibujos que dieran más claridad a lo expuesto en el violentómetro.

Las respuestas dadas a esta tercera pregunta complementa el planteamiento tomado desde Aurelia Martín (2006)[7] que no sólo plantea la dimensión política del conocimiento sino también como en función a este  nos encontramos  condicionaos en la manera en que potencialmente podemos transformar la realidad y emitir propuestas de cambio, determinadas por nuestras áreas de conocimiento que son interpretadas desde el planteamiento de Irma Saucedo como efectos de la relaciones de poder que impactan en los saberes que a su vez construyen la manera en que como universitarios de diferentes áreas del conocimiento aprehendemos al mundo e influyen en la medida en que podemos aportar soluciones o nuevas perspectivas. 

Comentario e incidentes.

Este apartado es un pequeño paréntesis para no dejar de mencionar un incidente que sucedió cuando me dispuse a realizar las entrevistas entre los compañeros de ingenierías que asisten a comer a una pequeña cocina económica ubicada en el Fraccionamiento Jardines de San Manuel, ya que mientras realizaba las preguntas con la grabadora en mano las respuestas fueron muy formales, sin embargo cuando la grabadora fue retirada y los compañeros continuaron su charla cotidiana comenzó la dinámica de la mofa[8] que enunciaba la entrevistada número 12.

La burla respecto a la violencia de género se hizo evidente, la naturalización y la legitimación a través de la mofa aparecieron en un doble discurso, valido mientras se está con los amigos en un ambiente de relajo pero no lo suficientemente valido para expresarlo de manera oficial, apelando a las lógicas que plantea Matthew Gutmann (2001)[9] en su texto  Ni macho ni mandilón al dar cuenta de las inconsistencias que se crean durante el discurso, las contradicciones entre lo que dicen que hacen y lo que realmente hacen, contrapone la imagen del macho mexicano con el deber  ser de un hombre, o en este caso la imagen que se construye como hombre viril cuando esta con los amigos frente  con lo políticamente correcto que se demanda de hombre universitario.

Acudiendo  la reflexión de Elsa Dorlin  (2001)[10] respecto al género como una relación de poder que garantiza su reproducción gracias a las múltiples mutaciones del sistema categorial que produce y sobre el cual se adosa, que puede explicar como de un mismo sujeto pueden emitirse juicio contradictorios en un mismo espacio,  que varían sólo ante la presencia de un aparato tecnológico que puede captar y reproducir este mensajes en ambientes dónde el discurso con el que se legitiman como parte de un grupo de hombres ingenieros que podría no ser tan bien acogido; cosa que sucedió posteriormente cuando la novia de uno de los entrevistados se incorporó después a la dinámica y al ser increpado por mi respecto a sus anteriores mofas el entrevista se sonrojo sin emitir respuesta alguna.

Estas  contradicciones de orden discursivo que varían según la posible audiencia nos da  cuenta de aquello que Mara Viveros (2008:30)[11] denomina resistencias masculinas al cambio y que explica como  diversos comportamientos  cotidianos individuales y colectivos que realizan los hombres con el fin de proteger sus privilegios, dónde la broma, en este caso, juega un papel fundamental para la reafirmación de aquella masculinidad perdida en manos de la corrección política que se exige acorde con un grado educativa, corrección política que puede ser referida en un nivel enunciativo aunque que no necesariamente se esté en acuerdo con lo que se plantea, quedando la broma, el chisme o el chiste como espacios no reglamentarios de poder dónde es posible clamar  descontento.

Reflexiones finales

A manera de conclusión diré que mi perspectiva acerca del violentómetro se encuentra más cercana a la de los compañeros de carreras relativamente afines a la mía[12], considero que el violentómeto como herramienta en la erradicación de la violencia es una propuesta interesante pero no debe perderse de vista que es un herramienta y que como tal debe ir acompañada de una charla o un dialogo con la población a la que se pretende que impacte, ya que cómo lo abordamos en el presente trabajo la manera en que se asimila y procesa la información varía de acuerdo a los referentes culturales que se poseen y se encuentra  condicionada, en los casos analizados una determinante importante es el campo del saber en que el sujeto se encuentra circunscrito, por lo que es posible deducir que el contenido temático, los métodos para acceder al conocimiento y la episteme misma es que se centra una disciplina influye más de lo que podríamos adivinar en los educandos, reforzando determinados estereotipos de género  y la violencia que estos conllevan.

Una vez dicho esto es necesario problematizar el papel de las ciencias, como discursos saber poder que están reforzando la constitución de los sujetos dentro de los niveles normativos del conocimiento, que estas ciencias denominadas también disciplinas, mucho tienen de disciplinarías al reproducir discursos ideológicos y políticos que encumbran a determinados sujetos sobre otros, sesgan la posibilidad de acción e impacto de sus aprendices al dotarlos  de conocimientos que a su vez incluyen cargas valorativas, jerarquizantes y prejuiciadas respecto al otro.

Para ir cerrando externaré a modo de cierre un pensamiento que me ha circundado al abordar los temas de masculinidad respecto a las compañeras que se encuentran inmersas en un primer momento dentro del área de exactas, para subrayar como a través de la retícula escolar, o en términos de Conell (2001)[13] las materias como vértices de masculinidad,  refuerzan determinados pensamientos androcéntricos que no sólo impactan en los varones que toman esas mujeres sino también en las mujeres que comparten esa misma área del conocimiento, y que al formase dentro de estas disciplina también son modeladas y suelen legitimarse a través del desdén al otro, a la otra de su mismo sexo, el desprecio a las ciencias y materias que podrían considerarse femeninas o blandas, comprendiendo lo masculino en este momento desde la concepción hegemónica y universalista que  comprende al encumbrar a determinados sujetos sobre otros y a partir de estos esbozar una lista vertical en función de diferentes características.

Esta inquietud me ha trastornado últimamente, ya que la reflexión en torno a la masculinidad hegemónica  que aprendemos, producimos y reproducimos no sólo afecta a las compañeras de ingeniería, sino que extrapolando el modelo a la universidad, una institución gestora de discursos legítimos de saber-poder, y como esta reflexión termina también por comprendernos a nosotras y la manera en que desde nuestra posición nos miramos frente a las otras mujeres, desde la manera en que podemos o no involucrarnos en los lugares de saber, en la academia, en el salón de clases, adaptándonos a determinados códigos de comportamientos y maneras de interactuar que se obvian pero rara vez se ponen en tela de juicio o nos detenemos a cuestionar en cómo permea en los modos en que podemos compartir nuestro conocimiento con los que podríamos llamar nuestros “pares”, la familia, los vecinos u otras mujeres fuera del contexto universitario.

Tal vez sea necesario problematizar que como mujeres nos encontramos constantemente incursionando en estos espacios tradicionalmente relacionados con el poder, y que esto no quiere decir que nos despojamos y/o reapropiamos de nuestra feminidad en la medida en que entramos o salimos de ellos, ya que estos espacios se encuentran circunscritos en nuestra cotidianidad, sin embargo me parece también reduccionista continuar hablando de la masculinización de las mujeres como si la masculinidad fuera algo propio de los hombres (de tener un pene).

La cuestión se complejiza cuando encontramos lo que podríamos ubicar en  Mara Víveros como resistencias masculinas al cambio en mujeres también, y que haciendo lecturas desde otras posturas podríamos ubicar a estas mujeres como mujeres patriarcalizadas, machos con vulva, pero que en un plano representacional se queda únicamente en la descripción o adstracción de símbolos que podrían parecer contradictorios pero que finalmente nos cruzan a todas de manera continua, si bien Judith Halberstam comienza visibilizando la masculinidad femenina al abstraer la figura de la machorra y desestabilizando la idea de correspondencia entre  representación, el deseo y el género la discusión apenas ha llegado a la mesa . 

Entonces  ¿Qué pasa con las mujeres femme cuya representación, construcción genérica y deseo se corresponde pero en su práctica profesional o área de trabajo, al momento de integrarse en este sistema de competencia neoliberal, adquieren actitudes que no se considerar propias de la feminidad que enarbolan?,  la heterosexualidad y la correspondencia con un modelo coherente como el sexo-género que plantea Rubin  se desbordan al plantearse como inamovibles, tal vez la explicación comience a vislumbrarse en la propuesta del sujeto excéntrico que plantea Teresa De Lauretis pero de momento es necesario poner punto final a este ensayo.




[1] Con ello me refiero a que muchos de los encuestados son personas con los que convivo habitualmente, al vivir en un área dónde viven  estudiantes foráneos compartí mesa en cocinas económicas con ellos, algunos otros han sido  mis vecinos, roomies o compañeros en actividades extracurriculares universitarias.
[2] Saucedo González Irma (2010)  “Identidades de género y violencia: la prevención en el sistema educativo” en Lara López Ana Laura (coord.) Género en educación. Temas, avances, retos y perspectivas. México. UPN, SNTE, Fundación para la cultura del maestro, Plaza y Valdés Editores. p. 203.
[3] Martin Casares, Aurelia (2006)  Antropología del género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales. España. Ediciones cátedra. Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer.
[4] Ibídem
[5] Se anexa cuadro con entrevistas al final.
[6] Ibídem
[7] Ibídem

[8] La dinámica de la mofa o burla que cito en este texto consistió en comentarios respecto al violentómetro, a ¿qué pasa si detectaban la violencia en el número 30?,  haciendo referencia a que ya estando muertos para qué, bromearon sobre la violencia que ejercen hacia ellos y se quejaron de que estos temas sólo vayan dirigidos hacia mujeres, inferencia que hicieron ellos  mismos y denota la naturalización de la violencia contra las mujeres y la heterosexualidad de los participantes en esa conversación ya que interpretaban violencia de pareja  como algo necesariamente ejercido de un hombre hacia una mujer.
[9] Fernández, Anna M. 2001.Desacatos No.6  Primavera-Verano 2001.
[10] Dorlin, Elsa (2009) Sexo, género y sexualidades. Introducción a la teoría feminista Nueva Visión, Buenos Aires.

[11] Viveros, Mara (2008) “Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes”, en Juan Carlos Ramírez, Masculinidades. El juego de género de los hombres en el que participan las mujeres, Plaza y Valdés, México.
[12] Aunque considero  que el hecho de converger con ambos compañeros está atravesado  también con incursión en la lógica del activismo, y que muchas de sus respuestas también se encuentra endosadas en esa parte que compartimos en nuestras  biografías, aunque por otro lado el activismo esta también conformado en su mayoría por personas de estas áreas de conocimiento; lo que no quiere decir es que todo antropólogo, psicólogo, comunicador , humanista, investigador social, filosofo, etc. Se mueva dentro de las mismas lógicas por el simple hecho de corresponder a estas áreas del conocimiento.
[13] Connell, R. W (2001) Educando a los muchachos: nuevas investigaciones sobre masculinidad y estrategias de género para las escuelas en Nómadas.



Bibliografía.
  • ·         Connell, R. W (2001) Educando a los muchachos: nuevas investigaciones sobre masculinidad y estrategias de género para las escuelas en Nómadas
  • ·         Dorlin, Elsa (2009) Sexo, género y sexualidades. Introducción a la teoría feminista Nueva Visión, Buenos Aires, pp. 31 – 47.
  • ·         Fernández, Anna M. 2001.Desacatos No.6  Primavera-Verano 2001.
  • ·         Martin Casares, Aurelia (2006)  Antropología del género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales. España. Ediciones cátedra. Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer
  • ·         Saucedo González Irma (2010)  “Identidades de género y violencia: la prevención en el sistema educativo” en Lara López Ana Laura (coord.) Género en educación. Temas, avances, retos y perspectivas. México. UPN, SNTE, Fundación para la cultura del maestro, Plaza y Valdés Editores. pp. 201-214.
  • ·         Viveros, Mara (2008) “Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes”, en Juan Carlos Ramírez, Masculinidades. El juego de género de los hombres en el que participan las mujeres, Plaza y Valdés, México, pp. 25-39.