Breve relato exasperante
Un día antes te recuestas al rededor de las 10 PM llevas una semana aplicando los buenos hábitos de sueño, despiertas a las 6:30 con tiempo suficiente para ducharte y desayunar, calculas el tiempo y te regalas otros cinco minutos más, te levantas para entrar a la ducha, pones esa canción que tanto te gusta en tu teléfono móvil, escuchas las notas y cantas bajo el rocío tibio de la regadera, sales y elijes unos jeans cualquiera, una blusa, zapatos cómodos, cepillas tu cabello y te miras al espejo, te sonríes; luego preparas el desayuno y con calma degustas aquello que preparaste pensando en darte gusto, lavas tus dientes, tomas tus cosas y sales al mundo.
El clima es agradable, definitivamente hoy te levantaste con el píe derecho, caminas con calma para el trabajo, y justo al dar vuelta en la primera esquina te encuentras con el mismo individuo que te has topado en las últimas semanas, con sus dos perros, su mirada de cuasi galán y un par de ojos que pasean por tu cuerpo, te escudriñan, intentas ignorar el asunto, no te va a arruinar el camino nadie, hoy es un día bonito, no vale la pena amargarse por un idiota, continúas tu camino y un par de calles más adelante un tipo recargado en una caseta telefónica te escanea de pies a cabeza, le mantienes la mirada porque no estás dispuesta a desviarla y frenas las palabras que estaban por salir, pero ese pequeño triunfo se esfuma antes de terminar la calle cuando un adulto mayor te piropea, su edad y tu educación pueblerina frenan las groserías que tenías preparadas.
Continúas tu recorrido con paso firme cuando un fulano en coche te silva a la par que orilla su auto hacia la acera por dónde vas caminando, te asustas, aceleras los pasos en caso de que quiera intentar algo más, estás listas para correr, el tipo se aleja sin más en su auto, adivinas su sonrisa de satisfacción en la distancia, pasado el susto continúas el camino, vas conmocionada, comienzas a sentirte molesta, cruzas la calle y otro nuevo personaje en auto comienza a sonar el claxon y silbar, tu enojo ya es notorio, tus pasos resuenan. Aún no has llegado a tu destino, aunque falta ya poco.
Dos calles más y estarás en un lugar seguro, pero antes debes atravesar un crucero, entonces allí están los limpiaparabrisas que habías encarado hace tres semanas, tres semanas que habías transitado en paz por ese tu paso obligado, cotidiano, usual, cruzas sin mayor percance y justo cuando andas por la otra banqueta comienzan a silbarte desde el camellón, caminas de espaldas levantas el brazo y les enseñas el dedo medio, ¡pinches hombres! dices entre dientes, estás tan enojada que no te importa ir hablando por la calle, arribas a tu oficina temblando de coraje,era lo que te faltaba, pero el asunto aún no termina, debes volver por un encargo, ida y vuelta los silbidos de los cuatro limpiaparabrisas son constantes, explotas, estallas, te volteas, y de banqueta a camellón les gritas "¡ya cabrones! ¡hijos de su chingada madre! ¡ya, déjenme en paz!", te ignoran, dan media vuelta y se hacen los desentendidos, ellos no hicieron nada malo en cambio tú eres la loca que esta violando las normas de urbanidad y convivencia gritando obscenidades en vía pública, has dejado de lado tu feminismo y te has puesto a mentar madres como el único recurso que tienes para medio desahogar tu hartazgo e impotencia.
Llegas a la oficina con ganas de meterte al baño a berrear tu coraje y sorber la humillación, piensas en cavar un agujero y no salir en por lo menos lo que resta del día, pero no puedes porque hay actividad planeada, tiemblas mientras tratas de templarte y poner atención, sabes que tienes lo ojos algo vidriosos pero no les vas a dar el gusto de ponerte a llorar, porque aun así continúas - continúas - continúas muy a pesar de todo continúas, hoy te acosaron 9 hombres en un recorrido de seis calles durante un tiempo mínimo de una hora (quizá menos), y tu continuas o la menos eso intentas. Redactas esta nota para compartir tu rabia mientras te sudan las manos y sientes el estómago revuelto, piensas en todas las otras mujeres que día a día experimentan esta impotencia, coraje, vergüenza, las piensas por cientos, miles, millones, en distintos contextos, a todas horas del día, en la ciudad, el campo, la calle, sus trabajos, la escuela, en distintos idiomas, diversas culturas, tonalidades de piel, piensas que todo esta de la mierda y sin embargo continúas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario