Regresar a Misantla generalmente me causaba excosor e
incomodidad, algo en mis adentros me indicaba que no debía volver, que caminar
entre sus calles lejos de evocar bellos recuerdos traía a mi mente dolorosos
parajes, ver las caras de los lugareños
conocidos o no, me incomodaba, algo del pasado no está del todo superado y
volver aquí es volver a vivir aquellos pasajes de vida aun inconclusos, sin embargo esta vez fue
diferente, después de un par de años de rehuir las visitas a este rinconcillo
del totonacapan que me vio crecer, de
padecer breves estancias menores a una semana, esta vez decidí que la primera y
única parada de mis casi veinte días de vacaciones sería misantlayork, una
bella ciudad encallada en la zona serrano costeña en las faldas de la sierra te
tezuitlan, parte de la sierra madre occidental, el día de llegada estaba
decidida y aunque tuve que andar arrastrando la maleta por toda la univerdad
para así no perder el autobús que me traería desde Puebla capital hasta Martinez
, mi ciudad natal, para posteriormente tomar un autobús intermedio que en
espacio de una hora me tendría en las prometidas tierras del señor venado.
Así comenzó el viaje, una mujer pequeña siendo arrastrada
por su también pequeña maleta por la BUAP para salir huyendo inmediatamente
hacia la central de autobuses puebla , abreviando CAPU, el itinerario sería Tezuitlan, Talpacoyan y
Finalmente Martínez dónde como ya dije transbordaría para tomar un autobús
intermedio para finalmente poder ver
entre los cerros el destino final de este viaje que duraría aproximadamente
seis horas; desde un principio la espera
en la CAPU me pareció eterna, mis ganas de llegar a Misantla eran apremiantes o
por lo menos el deseo de empezar a moverme, alejarme de la capital poblana era
algo apremiante para mi, afortunadamente el autobús fue puntual y comenzamos a
movernos hacia Tezuitlán adentrándonos en la autopista que delatada el clima
seco de Puebla, a medida que nos acercábamos a Tezuitlan municipio colindante
con Veracruz la vegetación comenzó a cambiar y tornarse más verde, el frío y la
humedad también comenzaron a hacerse notar tanto dentro como la del vehículo,
el frío se adivinaba de ver a la gente que transitaba en las banquetas y yo al
llegar a la terminal me sentía ya del otro lado, solo faltaba atravesar
Teziutlán para ya estar en el estado del que soy oriunda.
La mira se me iba iluminando mientras bajábamos hacia
Tlapacoyan lugar de dónde eran originarios mis abuelos, palmeras, matas de
platano, puestecillos a orilla de carretera dónde la gente ofrecía naranjas,
papaya, platano, miel y sombreros de palma iban apareciendo a lo largo del
camino sobre pisos de arena, delatando la cercanía con la región costeña, y
luego a media hora de Tlapacoyan Martínez la capital del cítrico lugar que vio
nacer a mis diez tíos y alojo a la familia Guzmán Castellanos mientras sus
vástagos crecían dónde también mi madre
dio a luz a mi hermano mayor y a
una servidora; al fin la terminal y el
último tramo de camino federal hacia Misantla,
32 kilometros de recorrido entre ciudad y ciudad, 32 000 deliciosos metros de camino, pegada a la ventana, ubicando los
poblados ya conocidos, la libertad,
palpoalaixcan, coapeche, buenos aires, la primavera, santa cruz, asentamientos a orilla de carretera que
anuncian desviaciones hacia otras congregaciones y rancherías que se extienden
como red sobre la demarcación geográfica de la cabecera municipal denominada
Misantla .
El autobús inicia el
recorrido, y los ojos comienzan a colmárseme de verde, de los sembradíos de
platano, naranja, limón, maíz, caña de azúcar comienzan a aparecer a ratos, a
ratos solo el monte se ven y lo lejos los cerros reverdecidos porque este año
al igual que la mayoría las lluvias han favorecido a esta región, mi compañero de viaje que es un señor cuyo
nombre no me tome la molestia de indagar pero si su edad, 80 años, comienza a decirme que allá atrás de tal
cerro esta Papalotla, que el ingenio de independencia quebró por los malos
manejos y que las mejores tierras fueron compradas y ahora se dedican a la cría
de ganado, que los pocos plantíos de caña que quedan están en el montón y que
una nauyaca mato hace cuatro años a dos de sus compañeros y desde entonces no volvió en la época de
zafra a trabajar.
Le escucho pero no retiro mi vista de la ventana ya casi un
año que no pisaba este lugar del que me fui con pesadumbre, y ahora regresar y
sentirme tan contenta al respecto me asombra, el aroma a humedad, a hierva
húmeda por el rumor cercano de la lluvia me hace sentir contenta, en Misantla
hoy no está el sol que quema, la ciudad se ha puesto un velo de nubes y el día
esta medio nublado, la tarde se regala
fresca mientras que las banquetas húmedas anuncian que ha llovido poco antes de
mi arribo, la visita ha iniciado bien, agradable, benévola, quizá incrédulamente espero sea un buen augurio, signo pagano del buen sabor que me dejará esta visita.
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