con el ímpetu de una segunda vez,
con la poca esperanza que yacía en mi piel.
Mi ser fue manantial de tus aspiraciones,
y mi cuerpo epítome de un futuro de mal agüero,
que no auspiciaba más que malos ratos,
noches vanas y recuerdos baratos
de una mujer que creyéndose doncella
no fue más que casquivana,
crédula y pazguata a la vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario