ante la inminente agonía del silencio,
llora fuerte porque así lo dicta la norma
y por lo bajo agradece la derrota.
El estómago se tuerce en una mueca,
el vacío absorbe al universo,
la tripa hueca comienza a hacer arcadas,
no hay ausencia que se llene con un verso.
Quienes sufren la hiel de la derrota,
no pueden saborear las mieles de lo adverso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario