La luna nueva en picis me mira dar vueltas en una explanada semi vacía, dónde solo hay tres mujeres más que disfrutan de deslizarse, disfrutamos que el aire del último mes en que gobierna el invierno nos sople los cabellos, disfrutamos nuestra compañía anónima.
Me deslizó a mis anchas, por primera vez desde que compre mis patines en diciembre, mientras pienso que así deberían ser todas las noches, y todos los días, mujeres anónimas andando relajadas por la vida, sonriendo con cordialidad cuando coinciden, cerrando los ojos a ratos para disfrutar la brisa.
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