En este mundo donde se fetichiza el saber resulta tremendamente cómodo adherirnos a ideas e interpretaciones parciales de textos científicos, ver vídeos de entrevistas en you tube y con sólo media hora conformarse con el espejismo del conocimiento, dejarse seducir por un orador u oradora que más o menos regurgita tal o cual teoría o autor es parte del check list.
El conocimiento por fetiche nos hace creer que es más sencillo mamar del conocimiento amigo que adquirir el propio, que leer un libro.
Teorías complejas son reducidas a frases friendly y memes se sirven a la carta día a día desde nuestras redes sociales, traducciones parciales de un todo complejo reducidas a triste guiñapos carentes de espiritu crítico.
Para aparentar que sabemos nos conformamos con cualquier cosa que se ajuste más o menos a nuestro prejuicios, el sentido crítico pierde su centralidad frente a la búsqueda frenética de enfoques que se sumen a nuestra visión parcial del mundo, que demuestren de una buena e irrefutable vez que no estamos equivocados, la ciencia se ha tornado fe.
En esta línea sucesoria elemental que planteaba el evolucionismo de la transición del pensamiento mágico al religioso y finalmente al científico algo ha intervenido tumultuosamente, quizá ha sido la autocomplacencia, el enorme hueco que deja la ausencia de reflexividad, la negación a cuestionarnos en primera persona y un ingenuo entusiasmo que se deslumbra apenas encontramos aquello que creemos buscar.
El conformismo intelectual es cosa de todos los días, es fomentado a diario por un montón de cuasi verdades que pululan en nuestra cotidianidad, porque cualquier cosa nos parece razonable siempre y cuando se ajuste minimamente a nuestra visión del mundo.
No voy a negar que es jodido esperar ávidos lectores en un país de pobres, dónde el costo estándar de un libro equivale al triple de un salario mínimo, sin embargo voy a tomarme el atrevimiento de dejar una invitación a la autocrítica, a desconfiar de aquel cuasi conocimiento que deslumbra cual espejo al sol, que nos ilumina el rostro y se presenta fácil, ese que se ajusta perfecto al estigma contra el prójimo, a crear enemigos malévolos, el que alienta a la suspicacia de seres que ya de por sí considerábamos indeseables.
Voy a dejarles este consejo porque el fantasma del fascismo anda al acecho de cuerpos que poseer, de mentes que abducir, se niega a permanecer en la tumba y se levanta para andar entre los vivos engalanado de discursos cuasi científicos, sólo basta descuidarse un poco para encontrarlo disfrazado tras el antifaz de los derechos, pero no se asusten que es fácil identificarlo, observa bien y podrás notar como frunce la nariz ante ciertas poblaciones, los inmigrantes, los gays, los trans, los negros, los pobres, los torcidos y todo aquel o aquello que no se ajuste a sus creencias; y si ello no es suficiente aguza bien el oído porque podrás encontrarlo discutiendo de la moral cuando de derechos se esta debatiendo, ese es su el más distintivo.
Así que a continuación te voy a dejar una serie de consejos para que antes de opinar observes si en ti no se encuentra su reflejo, devenido del odio más añejo:
¿Cómo identificar un discurso de odio? (cuestione lo siguiente)
- Fomenta la estigmatización de los otros para validarse
- Recurre al pánico y terror basado en estereotipos
- Apela a generalizaciones basadas en casos aislados para caracterizar poblaciones completas
- Presenta a poblaciones enteras como una amenaza para el bienestar común
- Emplea una mirada reduccionistas y polarizante para problemáticas complejas (hay buenos y malos)
Recuerde que los discursos de odio no necesariamente hacen que salgamos a la calle a asesinar o matar gente, lo que si fomentan es la tolerancia y justificación de situaciones violentas e injustas contra la población o sujetos hacia quienes de manera previa se han reforzado los prejuicios. Quizá sea buen momento para empezar a cuestionarnos en primera persona respecto a los motivos por los cuáles creo que la existencia de determinados sujetos o poblaciones atentan contra la vida y/o el bienestar común, y qué estoy entendiendo por "bienestar común".
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