jueves, 3 de enero de 2019

La boda de mi mejor amiga

Cada vez que escuche how deep is your love me acordaré de Mel, mi mejor amiga, a quien antes de terminar el año inmortalice en mis pensamientos, toda de blanco, con su carita redonda y una jovial sonrisa,  cuando la recuerde voy a ver la manera en que gesticula su inglés casi británico, su mirada plena,  y la voy a recordar frente con frente bailando muy despacito mientras le canta a su ahora esposo, muy probablemente con su agraciada voz desde la primera palabra no sólo borro los nervios de su pareja, sino también nos borro a todos los allí presentes para vivir un momento sumamente íntimo aún frente a un público expectante. Ojalá y todas las que se casan se miraran así. 

Mel fue desde la secundaria mi mejor amiga, a pesar de que yo no tuve conciencia de ello hasta la preparatoria, su manera de ser siempre me ha roto los esquemas. Atesoro en mi memoria con mucho cariño el día que volví a la secundaria después de una semana de auto destierro producto de aquello que ahora conocemos como acoso escolar, recuerdo que por casualidad me la encontré en el pasillo cuando salía de la dirección e inmediatamente corrió a abrazarme, en ese momento no comprendí el motivo del gesto pero me sentí muy reconfortada en aquel espontaneo acto; posteriormente en la preparatoria solía buscarme durante el periodo de descanso, cosa que era  sumamente extraña para mí, alguna vez debo confesar haber salido por la ventada al no comprender esa insistencia en mantener la comunicación, hasta que una vez charlando con mi madre le comenté mi extrañamiento ante la insistencia de M por pasar tiempo juntas, a lo que ella respondió que me buscaba tanto para charlar, compartir almuerzos, etc. porque era mi amiga y voila de repente todo cobró sentido -realmente era y soy un nopal para esto de las relaciones interpersonales-. 

No saben como valoro los esfuerzos de mi amiga por continuar compartiendo conmigo, una criatura tan despistada, aún después de ir a universidades distintas, dejar de vernos por años, tener visiones de la vida un tanto opuestas  e intercambiar un par de mensajes al año,  aún así hace dos años me llamó, porque después de la cena de navidad su novio se le había propuesto y ya pensaba en mí como parte del evento, en aquel entonces busqué la manera de safarme del plan, así eludí la responsabilidad de ser testigo de la boda civil -lo cierto es que huí de participar del contrato que consideré más reales-, pero mi siempre constante y tenaz amiga me pidió ser parte de su corte de damas, y aunque pensé en negarme explicándole que el matrimonio es una institución -patriarcal- que no comparto, que para nada soy una dama y que ese rollo de que te arrastren como costal de papas hasta el altar... pero antes de que pudiera siquiera decir pío  ella acalló todos mis truculentos argumentos con un "Mariel, te he dado distintas opciones para ser parte de un momento especial para mí, espero que lo consideres", y de un sólo tajo borro mis truculentas objeciones. 

Haré un espacio para relatar como justo la misma noche de la propuesta me llamo para anunciarme la noticia, a lo que yo sólo respondí "¿por qué?", en mi defensa debo acotar que estaba algo bebida, era de noche y conteste más dormida que despierta, justo al otro día al despertar, me recordé que que al entusiasta "me voy a casar", respondí con un cuestionamiento y no una felicitación, bueno ya les había dicho que soy un nopal para estas cosas, inmediatamente enmendé el error con mil mensajes de felicitación. y entonces me cayó un veinte importante, Mel estaba inaugurando la etapa dónde la gente se comienza a casar por gusto, no por embarazo, no por obligación, no al ardor de la juventud y sentirse a desfallecer por el primer amor. Eso es parte de crecer y ser adulta supongo. 

Ya estaba dicho todo, ella mi amiga de toda la vida quería que estuviera allí, en uno de los días más importantes de su vida, con todo y mi despiste, mi feminismo, mi falta de habilidad de andar en tacones, yo iba a estar al lado mi amiga en un ritual patriarcal y arcaico por el simple hecho de acompañarla, porque no se trataba de mí y mis creencias o posturas políticas, se trataba de estar para ella en el mismo equipo de voley, en la escolta siendo ñoñas, al bordo de un abismo o en la segunda fila de la parroquia barroca del pueblo dónde crecimos,  había que ver la ventajas eso  me permitía también tener listo un par de tennis cerca en caso de que decidiera escapar, siempre hay que estar preparada, una nunca sabe ;) 

El día de la boda que se veía tan lejano pero llego más rápido de lo que esperamos, llegó con el vestido, los tacones, el maquillaje y el peinado, el vestido blanco de raso y su enorme sonrisa de pequeños y pulcros dientes perfectamente alineados,  llegó con mi incongruente feminismo que se regodea en abrazar a las mujeres que ama y valió mucho la pena aguantar esos sensuales e incómodos zapatos, lo valió sólo para cerrar el 2018 con la hermosa postal de mi Mel enamorada cumpliendo uno de sus deseos,  una postal musicalizada por los bee gees.





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