Estas líneas no son buenas pero que más da, tengo unos cólicos que se acrecentan tanto como la luna que insiste en asomarse por el cristal de la puerta, mi endometrio ha empezado a desprenderse de mí, de mi útero, a desgarrarse de él, descarapelarse, ha abandonarme, y el cuerpo reciente su partida, se conduele y sangra, sí ¡sangra! y duele, duele mucho, con todo y el té y el ibuprofeno de 600 y los chocolates que compré previamente y el masaje que me doy de manera inconsciente en el vientre, duele y duele mucho, desde que tengo quince los cólicos del primer día menstrual me doblan, me dejan fuera de combate por un par de horas, disminuyen mi presión, me provocan el vómito y me nublan la vista y luego, bueno en general la vida; así que ahora para distraerme mientras los cólicos anuncian cual truenos la tormenta que se avecina para el día de mañana yo escribiré, y lo haré mal, peor que antes, sin creatividad, esta vez no irá el nombre de aquel a quién amo escrito entre líneas, sólo van a ser palabras, lastimeras que brotan de este mi cuerpo que soy yo, yo piel doliente, yo células muertas, yo sangrante, yo tejido que se desecha, yo mujer, yo triste, yo bilógicamente resignada esta vez.
Tener por cielo tu mirada
y por horizonte tu sonrisa,
por bandera la resignada esperanza
que en su nombre lleva la penitencia
sin ninguna garantía ni aval.
Esperando murió la esperanza,
murió de necesidad,
amando con constancia,
pereció por necedad.
Esperando necia
y ya sin paciencia,
el cielo se empieza a estrellar
la luna implora por mí ¡clemencia!
el sol exige ¡Piedad!
ante el eclipse de tu conciencia
las constelaciones dejan de conspirar.
La trova nocturna acalla suspiros,
las mismas canciones empiezan a sonar,
una más y otra y otra más,
las tararea este corazón herido
que no se cansa de esperar,
aunque la paciencia ya se ha ido
la esperanza se niega a menguar.
Hay de ti esperanza mía
vete ya a descansar,
déjame por fin llorar el último luto,
asimilar ya la conclusión fatal,
dale tregua a este cuerpo cansado
a la mujer sangrante
esclava de un amor fugaz,
dame paz
silencia por fin esta pluma tenaz.
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