lunes, 16 de abril de 2018

De mis favoritas (en constante actualización)



Hace algunas horas me preguntaron cual era mi poeta favorita, y callé, tal vez era el alcohol o la palabra vedada -feminismo-, en muchas de las mesas que he tenido el placer de compartir se debate acaloradamente de política, cultura, deportes, racismo, la guerra, economía más no de feminismo porque todo al respecto ya lo han dicho aquellos cuyas opiniones son importantes, aquellos para quienes hablar de feminismo es una frivolidad producto de las mujeres del siglo xxi, es una necedad colectiva parecida a la histeria de siglos anteriores, ¿qué más podemos desear si ya podemos votar?, y bueno, yo no quiero importunar, ni pelear, ni debatir, ni discutir, ni iniciar una cruzada pedagógica que pretenda sensibilizar a nadie, yo no pretendo apelar a la razón que nunca ha sido nuestra, pues desde el siglo de las luces se decidió que la razón en su acepción femenina esta al servicio de los hombres, por lo que apelaré al sentir, al sentir de otras mujeres, feministas que dada la complejidad del tema optaron por estrategias que les parecieron más loables... quién desee entender que entienda y quién no, allá él.



Entrevista de prensa
Rosario Castellanos
Pregunta el reportero, con la sagacidad 
que le da la destreza de su oficio:
—¿por qué y para qué escribe?

—Pero, señor, es obvio. 
Porque alguien (cuando yo era pequeña) 
dijo que la gente como yo, no existe.
Porque su cuerpo no proyecta sombra,
porque no arroja peso en la balanza,
porque su nombre es de los que se olvidan.
Y entonces....Pero no, no es tan sencillo.

Escribo porque yo, un día, adolescente,

me incliné ante un espejo y no había nadie.
¿se da cuenta?. El vacío. 
Y junto a mi los otros chorreaban importancia.

No, no es envidia. Era algo más grave. 
Era otra cosa.¿Comprende usted? 
Las únicas pasioneslícitas a esa edad son metafísicas.
No me malinterprete.

Y luego, ya madura, 
descubríque la palabra tiene una virtud:
si es exacta es letal 
como lo es un guante envenenado. 

¿Quiere pasar a ver mi mausoleo?
¿Le gusta este cadáver? 
Pero si es nada másuna amistad inocua.
Y ésta una simpatía que no cuajó 
y aquélno es más que un feto. Un feto.

No me pregunte más. 
¿Su clasificación?
En la tarjeta dice amor, 
felicidadlo que sea. No importa. 

Nunca fue viable. 
Un feto es un frasco de alcohol.
Es decir un poema del libro 
del que usted hará el elogio.


¿Mujer de ideas? No, nunca he tenido una.
Jamás repetí otras (por pudor o por fallas mnemotécnicas).
¿Mujer de acción? Tampoco.
Basta mirar la talla de mis píes y mis manos.

Mujer, pues, de palabra. NO, de palabra no.
Pero sí de palabras.
Muchas, contradictorias, ay, insignificantes.
Sonido, puro vacuo, cernido de arabescos.
Juego de salón, chime, espuma, olvido.

Pero si es necesaria una definición
Para el papel de identidad, apunte
Que soy mujer de buenas intenciones
Y que he pavimentado
Un camino directo y fácil al infierno.

...


Agonía Fuera Del Muro de Rosario Castellanos

Miro las herramientas,
El mundo que los hombres hacen, donde se afanan,
Sudan, paren , cohabitan.
El cuerpo de los hombres prensado por los días,
Su noche de ronquido y de zarpazo
Y las encrucijadas en que se reconocen.
Hay ceguera y el hambre los alumbra
Y la necesidad, más dura que metales.
Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra
Que todavía la especie no produce?)
Los hombres roban, mienten,
Como animal de presa olfatean, devoran
Y disputan a otro la carroña.
Y cuando bailan, cuando se deslizan
O cuando burlan una ley o cuando
Se envilecen, sonríen,

Entornan levemente los párpados, contemplan
El vacío que se abre en sus entrañas
Y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.
Yo soy de alguna orilla, de otra parte,
Soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,
Gente a quien compartir es imposible.
No te acerques a mi, hombre que haces el mundo,
Déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
De algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender.



...

NO ERA YO EL PROBLEMA

El problema no era el golpe,
ni el insulto,
tampoco el dolor
o la sangre en el piso.

El problema no era la cicatriz en el cuerpo
ni la culpa que sentía,
mucho menos la vergüenza.

El problema no era mi cuerpo
no eran,
ni mis ojos,
ni mi color.

El problema era mi condición
ser mujer, ese era el problema.

No era por como vestía,
Ni por lo que decía.
Era porque así tenia que ser,
porque siempre había sido de esa manera,
porque la abuela le dijo a mi madre que el hombre era Dios
y eso me enseñó ella.

El problema era el mundo,
con sus códigos machistas,
desiguales y violentos,
con sus lenguajes sexistas
y sus morales dobles.

El problema no era mio,
era de todos,
de los que sabían y no hacían nada,
de los que se tapaban lo oídos y desviaban la mirada,
de los que justificaban al hijo,
de los que celebraban la paliza.

El problema no era yo
y tampoco era nuevo,
era falta de memoria,
injusticia,
abandono.

El problema era una historia contada por hombres
y padecida por mujeres;
eran niñas vestidas de rosa para que fueran más puras
y niños pintados de azul para que fueran más rudos,
el problema no era el golpe en la cara,
era el permiso de todos,
el creer que era natural,
el sentir que era bueno,
el tolerar por miedo.

El problema no era el puño
era la herida en el alma
y el silencio.

Ébano, 2012

...

YO SOY LA MUJER
María Gutiérrez

  Yo grabé las figuras en la pared de las cavernas
Descueré a las bestias y curtí sus pieles
Yo cocí la carne y la sequé para servirla en las noches frías del invierno
Cosí con los tendones y agujas de sus huesos el calzado de los padres de mis hijos
Los guerreros que me forzaron. Los valientes cazadores
Los jefes de los clanes. Los chamanes. Los bufones

Yo soy la mujer
Yo limpié sus mocos y su semen
Yo amamanté a sus bestias huérfanas. Y a las mías
Yo mantuve vivo el fuego
Amasé el barro de sus vasijas y las levanté, y las llené, y llené sus bocas y sus vientres
Y lo seguí hasta las trincheras para coser su camisa y sus heridas
Para llenar sus balas y secar sus ojos de la muerte 

Yo soy la mujer
La esclava invisible
La niña mutilada por el hombre de la cuchilla sucia
La puta lapidada
La bruja de la hoguera
La loca amordazada
La concubina

Yo soy la mujer
Nunca en mí
Nunca mi dueña
Siempre en otras manos mi destino
Mi cuerpo
Mi esperanza
cercenada desde el centro

Yo soy la mujer
Yo caliento la cama de los hombres
Yo madrugo para besar su frente a pesar de su silencio
Y podría comprender su mirada ausente de garras despiadadas
pero no quiero

No cerraré los ojos por más tiempo
ni ofreceré mi cerviz otro milenio
 Viraré mi rumbo al sur de su camino
No voy a restañarlo de más guerras
Dejaré mi carga espesa de dolor y culpa y que la mar se lleve el pus del tiempo
Yo soy la mujer
Y con mis manos de tierra y miel
amasaré las horas y el pan cada mañana. Y un día cantaré

...

Coraje
Ana Swin

No seré esclava de ningún amor.
A nadie
devolveré el sentido de su vida,
su derecho al crecimiento constante
hasta el último aliento.

Maniatada por el oscuro instinto
de la maternidad,
sedienta de ternura como el asmático
de aire,
con qué empeño construyo en mí
el hermoso egoísmo humano,
reservado desde hace siglos
para el varón.

Contra mí
están todas las civilizaciones del mundo,
todos los libros santos de la humanidad
escritos por ángeles místicos
con la expresiva pluma del relámpago.
Diez Mahomas
en diez elegantemente enmohecidas
lenguas
me amenazan con la condenación
en la tierra y en el cielo eterno.

Contra mí
está mi propio corazón.
amaestrado por milenios
en la cruel virtud de la víctima


...

Me dijero
Patricia Karina Vergara Sánchez

El otro día me dijeron
que frene la lengua,
 que modere los actos,
que critique,
que señale,
que me inconforme,
pero, en voz baja
 y entre nosotras.

Que los compañeros de lucha,
cualquier lucha,
se pueden sentir afectados.

Que espere,
que el movimiento social,
cualquier movimiento social,
tiene planes para las mujeres,
pero, que espere,
todavía no es el tiempo, ni la hora.


El otro día me dijeron que sea más responsable al decir antipatriarcado, al denunciar al que acosa, al señalar al que desprecia.
Que cuide a los compañeros, que sea amorosa, que les haga sentir bienvenidos, que mis reclamos no vayan a ofenderlos.
Me lo dijo una, que se dice compañera, y le he preguntado. Pero, no ha ido a ver al indio, para decirle que denuncie bajito al caxlan que lo desprecia.

Y no ha ido a ver al obrero, para decirle que espere, que sea más amable en sus reclamos con el patrón.
Y no ha ido a ver al campesino, para decirle que defienda su tierra con amabilidad y sonrisa.
Pero a mí, si ha venido a hablarme para decirme que no vea, que si veo no señale, que no lo tome como ofensa. Que comprenda.

Me dijeron. Que finja, que no me dé cuenta de que éste mira mis senos, de que éste me estorba la palabra, de que éste me llama a la elegancia femenina, de que éstos no son de los míos. De que dicen lesbiana, pero en voz baja.

Que por las buenas son mejor las cosas. Que no demuestre el abuso. Que no llame machista. Que no use la palabra misoginia para el que me niega.
Que acompañe al movimiento y, por las buenas, ya irá tocando la nuestra.

Me dijeron, y estoy pensando que no es justo.

Para murmurar el descontento, para perpetuar los roles,
mejor me habría quedado en casa a lavar platos.

Que nada más no puedo. Ni he de callarme. Ni cerrar lo ojos, ni fingir. Ni moderar la lengua ni los actos. Que no dejaré de criticar, ni de señalar, ni de inconformarme.
Ya hemos dado mucho. Ya dieron bastante mis madres y abuelas. Hemos sido tantas: Las presas políticas, las agredidas, las trabajadoras, las que sostienen la casa mientras la huelga, las que siembran la tierra, las sindicalistas, las maestras, las que nunca son nombradas, las que toman los medios. las que barren y reparten volantes mientras el macho líder hace discurso. Las que ya están hartas… Todas, mis hermanas

Que ya toca la nuestra y no para luego.
Que hay que decir: ya, a este tiempo y a esta hora.

Que para gritar contra la opresión,
no hay corrección política.
Decir: hay una izquierda machista y reaccionaria,
no me atemoriza.

Que ya toca la nuestra y no para luego. Que hay que decir: ya, a este tiempo y a esta hora.
Que para gritar contra la opresión, no hay corrección política. Decir: hay una izquierda machista y reaccionaria, no me atemoriza.
Me dijeron, me sugieren, me invitan a moderarme. Pero, yo, nada más no puedo.
Yo entiendo ser mujer de otra forma. 
Yo quiero de otro modo hacer las cosas.
No voy a disculparme, No puedo condolerme. Porque tengo esta voz. Es voz libre y autónoma. Es voz nueva, revolucionaria. Tengo esta voz fuerte. Voz lesbiana, nunca más silenciada.



...



Una vez quise ser hombre
para casarme con mi hermana
que ya lleva tres divorcios.
Para amar a mis amigas
que en cada relación mueren un poco.
Quise ser hombre
para fecundar sus vientres,
no de hijos, sino de poesía,
vino tinto, relojes parados,
unicornios azules.

Para decirle a Josefina
cuanto admiro su forma de entregarse.
Para escribirle a Rosi
esas cartas que no llegan nunca.
Llamar por teléfono a Pilar
que espera tantas tardes.
Llenar de caricias prolongadas
el espacio de Beatriz,
que vive sola
y le tiene miedo a los temblores.
Quise ser hombre,
para amarlas a todas y no sentir más
el frío de sus lágrimas en mi playera,
ni mirarlas apagarse,
ni presenciar sus funerales
en sus ataúdes de treinta años.

Quise ser hombre
para invitarlas a volar el periférico,
a bailar descalzas porque el América
le ganó al Guadalajara,
para llevarlas del brazo hasta una cama
donde no tengan que fingir orgasmos.
Pero soy mujer y, aunque puedo
compartir con ellas la poesía,
escribirles cartas,
llamarlas por teléfono,
llenarlas de caricias prolongadas,
volar el periférico,
bailar descalzas,
secar su llanto,
tocar su alma…
No es suficiente.
No les alcanza.
Porque, desde niñas, aprendieron
que los hombres son un premio
al que hay que amar,
sin importar si ellos las aman.
»

— Rosa María Roffiel

...


La Satine
Pero yo nunca fui Helena.
Yo nunca fui Helena y ni siquiera Penélope.
Yo nunca fui ese tipo de princesa
que espera sentada escuchando
odas a su hermosura.
Porque yo era más la Satine,
la Agripina.
La Teodora de Bizancio que administraba
y quebraba imperios con una palabra.
Porque yo era más la Salomé
y exigía cabezas
y exigía sangre y acción
en los pactos.
exigía muestras de cosas imposibles
y ahora me traes Saturno
y mañana te pediré Júpiter.
Todo fue divertido hasta que viste
que mi guerra jamás acabaría
porque yo era la guerra y la guerra
era yo.
Porque llevaba la polémica en las raíces
y jamás me bastó
la mera existencia.
Y entonces venían los días torbellino
en los que ponía el mundo del revés
y escupía espumarajos y gritaba profecías
como Casandra en sus peores rachas.
Venían los días estándar en que
lloraba como una niña que apenas piensa
en imágenes y pataleaba
como intentando apartar semejante carga,
la nada, el sinsentido que es todo
y la responsabilidad de andar
con la cabeza erguida.
Además tu ya sabías de
mi estúpida manía de
creerme la Gorgo en Esparta,
la Cleopatra en Egipto,
y la peor de las Erinias,
la novia en la boda
y el muerto en el entierro.
Y a mí siempre me ha gustado
ir a verte con los ojos de Medusa,
con los pelos de Medusa
y el lenguaje de Medusa
a ofrecerte rituales tentadores
de pecados y manzanas
donde sólo tu sabes paliar
los días estándar,
los días torbellino,
la carga.
Donde sólo tú sabes hacerme creer
la diosa de la disputa,
la Juana más loca de todas
y la Medusa más Medusa
que jamás haya visto la historia.
Y en eso te doy la razón.
Porque yo nunca fui Helena.
Yo nunca fui Helena y ni siquiera Penélope.
-Gata Cattana
...

Cántico

Me gustan las mujeres esdrújulas
sin brújula
sin mítica
sin tónica.

las que aman con las víseras
las células
las glándulas.

las rítmicas
entrépidas
impúdicas.

las pérfidas
ingŕavidas
poéticas
las mágicas
las lésbicas
lunáticas.

Me gustas tú, Andrómeda,
erótica
magnifica,
política
MUJÉRICA.

— Rosa María Roffiel

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