Hoy día siguen existiendo aparatos inquisitoriales encargados de encontrar culpables,
de fabricar brujas, chivos expiatorios,
quizá ya no se llama tribunal del santo oficio y ahora se llama televisión,
quizá ya no hay hoguera pero la opinión pública sigue quemando a diestra y
siniestra muchas veces sin juicio previo -somos culpables hasta que se
demuestre lo contrario-, aprobando o desaprobando personas, actitudes, acciones,
ya no somos una masa en bruto del siglo XV ahora somos una opinión a la deriva,
en este siglo el siglo de las comunicaciones, nos encontramos en un ir y venir
de posiciones, de posturas ante los acontecimientos, en este ir y venir
existe una gran apatía muchos dispuestos a tirar la piedra desde el público,
pocos dispuestos a subir a defender su postura al cadalso.
Quizá
es miedo a defender una postura, a expresar la opinión ante el inminente
discurso de verdad-poder que ha encontrado múltiples formas de acallar la
polifonía de voces, hemos observado emerger la creación de múltiples discursos que
legitiman o desaprueban ciertas posturas, quizá en este momento cuando más se
promueve la pluralidad a lo que asistimos a un engaño, estos múltiples
discursos de verdad son más bien una burocratización de la pluralidad, un nuevo
circo romano, dónde en teoría se exalta lo plural y en la práctica se le
oculta, la enajenación que provoca el excesivo transito de posturas ha
desembocado en una apatía generalizada, una falta de compromiso con la sociedad.
Encontrando
así múltiples posturas y en contraste anulando la acción, esta supuesta tolerancia de
la modernidad, no es más que apatía, falta de interés y compromiso moral en
concordancia con nuestras ideas, me aventuro a decir que esto podría tener que
ver con la asociación que le damos al termino moral con el arcaico régimen
eclesiástico, esta vinculación entre moral e iglesia ha dejado en la apatía a
miles de jóvenes que siguen atormentándose en los traumas de la infancia, de
clases de catecismo y misas dominicales; esta vinculación a dado al traste a
una postura que supera al “no pasa nada” y ha incorporado al “es normal” a nuestras vidas, enmascarado por la tolerancia "es normal el
narcotráfico, es normal que haya poca gente rica y tantos mueran de
hambre, es normal que los políticos sean corruptos,
es normal… todo es normal es nuestro universo paralelo".
Resulta
curioso que en las redes sociales, en el terreno de lo virtual todo el mundos
es defensor de los animales, las mujeres, los niños, ecologista, intelectual, lector empedernido, crítico imparcial y
juez de línea, -activistas de todos los fines fieles a ninguna causa- sin embargo en tiempo real nos hemos caracterizado por
la falta de compromiso, será que este comprender al prójimo y tolerar nos ha
vuelvo una especie de bobalicones entrenados para aguantar al máximo
condiciones sociales precarias, será que este promovido pluralismo y tolerancia no
es más que la bambalina para continuar la guerra a la sociedad.
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