"Comportamientos celulares anómalos" son una manera de describir aquello que no se desea nombrar, un eufemismos que debería agradecerse, a fin de no adelantar panoramas que nublen con su pesimismo al paciente, hasta ahora solo una persona ha usado la palabra adecuada mientras conversábamos, y se agradece, debo estar preparada por si acaso...
Resulta un poco irrisorio que después de haberme revisado el cérvix, cada pliegue de mis labios mayores y menores con un colposcopio clínico la especialista en un acto de profesionalismo -y conmiseración, no solicitado- no cuente con la confianza de pronunciar la consecuencia más letal, por lo pronto su cara es seria.
Yo sé que no está bien, que no estoy bien, ella misma me explicó respecto a las tinturas, ambas sabemos que no está bien, pero aún así me dice que hay que esperar los resultados del laboratorio -la citología-, su mirada denota severidad mientras me revisa con mucho cuidado las mamas, termina rápido -🎙️suerte que mis pechos sean pequeños y no los confundan con montañas 🎶- , pasa a revisarme la parte interna de los brazos y del cuello, busca ganglios inflamados, ambas sabemos el por qué pero no vale la pena preguntarlo aún, yo también me siento segura dentro del eufemismo y lo no dicho.
Mar de sal
Salgo rápido del consultorio sin mirar atrás, porque estoy a punto de convertirme en un mar de sal ahí mismo, ¡Ahí mismo NO! No con las felices pacientes que van a sus ecografías. Tomó el primer autobús que pasa y comienzo a recordar... por si las dudas -se escuchó detrás del colposcopio- quieres que tome de una vez una muestra de tejido y la envié a analizar, menciona para mi vulva, pero está al tener labios pero carecer de cuerdas bucales que puedan resonar le deja la tarea de responder a una de las cavidades incrustadas en mi cráneo, "es lo más recomendable" atino a asentir con la vista en la pantalla de unas 30 pulgadas, observando como la tinta se niega a permanecer...
Veo como introduce un spray que contiene anestesia, escuchó el rocio, un breve ardor se siente, espera un momento y acontinuación va la pinza de biopsia -la colposcopia debería contar como subgénero del cine 4d-, sangre, un algodón con quién sabe que para parar el sangrado, se ha dejado de transmitir el evento Gore de la temporada, me manda al baño a ponerme un pantiprotector pequeño y vestirme, para la exploración de mamas, me queda una sensación de dolor en la entraña que permanecerá punzante al menos tres días más.
Voy en el bus, no alcanzo asiento y se me empiezan a rodar las lágrimas, se desocupa un asiento miro un punto fijo en la ventana, las lágrimas siguen escurriendo, y los mocos indiscretos y poco estéticos hacen acto de presencia, el lagrimal izquierdo y derecho se turnan para salir de a poco, aunque el izquierdo es un tanto desleal y a veces desliza dos lágrimas seguidas sin darle oportunidad al derecho, se escurre el mar de sal despreocupado y muy lento.
Las amigas dicen
Una de las amigas, la primera en ser honesta y fatídica, pregunta algo importante: ¿Cuándo menos lo disfrutaste?, lo que me lleva a pensar que no tengo certeza del momento, ni de la persona, aún así asiento con una sonrisa media triste para no dejar instisfecha la pregunta cuya intención es hacerme sentir bien. Lo que lleva a mí mente a recorrer las pocas certezas que tengo: no soy esa trágica chica, heroína desdichada que tiene certeza de quién fue, aquella inocente que no falló y le fallaron, a mí me fallaron y yo fallé, la única diferencia es que la realidad material de mi escueto cuerpo de mujer -al cual según los griegos le faltó calor para emerger hombre-, resultó ser más susceptible al virus, la realidad material me abofeteó más fuerte.
Pero en ausencia de certezas, y dado que el daño parece grave voy a situarlo en una de las veces que más lo he disfrutado y tengo registro, ya que en palabras de mi especialista es ocioso intentar ubicar el tiempo preciso, así que lo situare en mi puerto jarocho, tendrá de fondo ilegal de cultura profética, un momento lento y cadencioso, un momento en la memoria al que pueda volver como consuelo durante la abstinencia, un momento en el que mis caderas aún se mueven cuando al recordar cierro los ojos.