domingo, 20 de noviembre de 2022

El retorno de las notas basura

 Te extraño, creo que a diferencia de los demás ex jamás te lo dije, aunque a más de cinco años no sirve de nada, y me disculpo, pero es la víspera de tu cumpleaños, la fecha de tu cumpleaños que aprendí hasta después de que terminamos, el amor es así, es así para mí, es más real en el desamor que cuando se vive realmente, vivirlo es un sueño del cuál una sólo esta consciente cuando despierta. 

Justo ahora muero de curiosidad por saber qué ha sido de ti, pero dejamos de hablar hace mucho, más por tu bien que por mi gusto, mi último regalo fue este, sacarte de esta lista de amores inconclusos y disfuncionales que no acabo de soltar ni acaban de soltarme. 

Saber de ti en el marco de tu cumpleaños treinta y tantos, y ponerme feliz de que me cuentes de tus viajes y los conciertos a los que has ido, los avances con el piano, las clases de salsa  y el ejercicio, esperar que te hayan dicho que el tema de tu salud sólo fue un cuadro de ansiedad mal diagnosticado. 

Volver a la madriguera de donde me sacaste parece no ser una elección sensata. Total que extraño charlar de anime, y me empaña los anteojos no saber qué debí ver esta temporada, y no tener los espoiler del manga, y no caminar en esa plaza, que es más bien una rueda de hamster, la cuál seguro frecuentas y que evito a toda costa.

Pero fuimos un momento en el tiempo, el de una mano que se aferra a la otra mientras miran una película, con la premonición de que esa era tu primera partida  y que alguna vez ya no volverías. Extraño tus pequeños ojos de rendija. 

domingo, 25 de septiembre de 2022

otra de (des)amor

A escucha de la voz que reconforta,
aunque no dice más que palabras desoladas, 
se conforma con escuchar su tonada
omitiendo las palabras pronunciadas.

Embelesada con el amor ajeno,
ora que al otro correspondan
y no pruebe la hiel de la derrota,
que el sacrificio funcione como ruego,
que los cielos se apiaden,
que llueva pan y brote miel del cielo.

Más no se confunda altruismo y egoísmo,
cuando solo se busca conservar la risa 
de quien en amistad obsequia confesiones,
sin saber las dobles intenciones 
de un oído que se adjetivaba masoquista.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Librero 📚

Quiero llevar mis libros contigo,
todos y cada uno,
que son la mitad de mi alma
y mi corazón completo.

Quiero llevar mi librero contigo
que es pequeño y modesto
pero contiene lo suficiente para tener una charla ininterrumpida.

Quiero la condena de que escudriñes mis libros
que es la manera más íntima de estar en mí. 

Quiero llevar mi librero contigo
qué descubras cada una de sus páginas,
quiero que encuentres las hojas con notas sueltas,
y veas la indignidad de algunas páginas que he subrayado.

Quiero que mires todos mis libros
y sepas que soy una lectora cualquiera,
que no hay asomo intelectual aquí, 
que soy una necesitada de historias 
que gasta el dinero y los días
alimentando un hábito añejo y un mueble barato,
que ahora (te) quiero compartir. 


martes, 6 de septiembre de 2022

Me voy a ir

Me voy a deslizar de entre tus dedos como el viento:
imperceptible,
invisible,
sin hacer ruido,
ni producir sensación.

Me voy a ir sin aspavientos,
ni muecas,
ni musarañas,
ni pucheros,
ni chillidos, 
sin voltear atrás para no convertirme en sal.

Me voy a ir porque fui feliz sin que me notarás,
sin estar en tu lista de posibilidades,
porque me niego a esconder mi historial amoroso
que no cabe bajo ninguna alfombra,
que no me avergüenza,
y no lo cambiaría jamás,
porque ocultarlo sería mentirte
y todo cuando te he dado ha sido verdad.

Me voy a ir
porque no nos merecemos esto,
ni aquello que dicta el amor tradicional,
porque aparentar ser quien no soy para conservarte sería mentirme,
porque apostar por tus ideales sobre los míos sería ir contra nosotros,
deshonrar el ayer y desahuciar el futuro.

martes, 30 de agosto de 2022

Otoño 🍂

Como ya viene el otoño, pues aquí voy de nuevo: 


Otoño 🍂

Te anhelo como quién espera al otoño,
a sabiendas que no es la estación más exquisita,
pero de solo percibirle empiezo a sonreír. 

Te añoro como quién aguarda el otoño,
en la plácida espera de quién se presiente más feliz, 
en la caricia del sol suave,
en la cadencia de las ramas que se tambalean al viento, 
y en el cosquilleo de las hojas bajo los pies. 

Te ansío como quién presiente el otoño, 
que es una estación cualquiera,
pero lo suficiente para hacerme sentir,
con la vivacidad inofensiva de los pequeños remolinos,
aquellos que impresionan a quienes tienen un corazón infantil.



martes, 23 de agosto de 2022

Café con leche

Hace poco pensaba en las manías que uno va agarrando con la edad, cuan parecidas llegan a ser a algunas de nuestros padres, yo suelo decir que mientras envejezco más me parezco a mi papá, pero esta es una verdad a medias, porque entre las manías que tengo me descubrí saliendo a trotar cada que me siento agobiada, enfilándome a la cocina a hacer atole o café con leche cada que apenas se asoma el frío, y la lista acabó ahí, porque después me puse a pensar en el café con leche, y como mi padre nunca, ni por error, tomaba su café con leche. 

En algún momento de mi adolescencia hacer una taza de café para mi papá se volvió un ritual después de las comidas, tomaba un pocillo eeeeeenorme de plástico rojo, le daba tres minutos al microondas y le ponía dos cucharadas soperas de café y media de azúcar morena. Nada gourmet, ni cuasi anglicismos que ofenden al café tildandole de americano, yo servía un café de microondas negro, sin más. 

Al principio pensaba que hacer un café demasiado cargado era una manera de desquitarme, y que en algún momento me iba a librar de esa tarea (que ahora extraño bastante). Era yo una ilusa.

El papá tomaba café negro por dos cosas, la 1era tiene que ver con que el bisabuelo sembraba café por lo que toda su familia desde temprana edad consumía café, y la 2da fue porque creció en una familia numerosa, la abuela tuvo 10 hijos y tomar leche sin tener vaca era un lujo que no podían darse, de manera tal que los niños pasaban de la leche materna, de un periodo de lactancia prolongado, a los pocillos de café. 

(Voy a hacer un parentecis para apreciar la palabra posillo, que viene de pozo, el lugar donde se extra agua, en Veracruz es común que las casas cuenten con un pozo en el patio, son algo verdaderamente mágico, los pozos son lugares de abastecimiento de agua pero también son un portal de apariciones de seres místicos, duentes, chaneques, espíritus y hasta la llorona, por lo que llamar posillo al objeto en el que bebés líquidos resulta, además coherente, algo cargado de sentido)

Mientras que del lado materno, la bisabuela levanto a tres niñas huérfanas, nomás de vender ropa, una venta de ropa itinerante, ella iba de pueblo en pueblo y de rancho en rancho ofreciendo su mercancía,  mercancía que en no pocas ocasiones truequeaba, por lo que era común que la bisabuela obtuviera leche, queso, huevos, gallinas, frutas y vegetales a cambio, motivo por el cual la dieta de la mamá fue más variada y balanceada. 

Claro que con una dieta más nutritiva y siempre informada sobre los detalles nutricionales de lo que ingeríamos se escandalizaba cuando veía que la mamá de mi papá, o sea nuestra tierna abuelita paterna, nos ofrecía café desde que teníamos cuatro años, claro que decir ofrecer es una sutileza, más bien colocaba frente a nuestros rostros infantiles humeantes posillos con café, y en su debate entre desairar a su suegra y no darle cafeína a sus hijos, terminaba mediando su conciencia y nuestras tazas agregando un chorrito de leche. 

Algo que he de señalar en el consumo del café en la familia, es que todos coincidimos en qué el café sabe mejor con canela, con o sin leche, los recuerdos de los días fríos de infancia tienen notas de café y canela hirviendo en una olla de peltre, me gustaría decirles que de la abuela materna heredamos un gusto cafetero exquisito pero sería mentir, ya que de esos días de frío y lluvia, en aquel lugar seguro llamado mis recuerdos infantiles, mi hermano mayor y yo nos alternabamos a regañadientes para ir a traer sobrecitos de café legal. 

miércoles, 29 de junio de 2022

Volver al museo

El fin de semana pasado, después de una madrugada  tribulada, dónde acabe siendo el oído de la boca que me gusta, para escuchar las clásicas y predecibles penas de amores -las cuales no me incluyen, ni me incumben-, decidí encaminarme a algún museo después de desayunar, la idea se me instauro en la cabeza el día anterior después de ver el flayer de una exposición que prometía reflexiones entorno a la raza, clase y el género, así como una reflexión en torno a los museos como dispositivos ideológicos, el nombre de la exposición El orden de los factores de Sandra Gamarro Heshiki.  

He de confesar que se me quedo atorado como borrador un "¿te gustaría acompañarme a ver una exposición?", en una mezcla que involucraba el miedo al rechazo y el saber que ir a un museo siempre ha sido algo muy íntimo para mí, muy íntimo en medio de gente desconocida, esto es porque me tomo mi tiempo, veo la obra en orden, desorden, orden inverso y a veces me da por quedarme pasmada frente a alguna pieza por horas, pero también puedo pasar de largo por salas enteras si algo no me interesa; Supongo que por consideración no sometería a nadie a mis caprichos museriles, y mucho menos a la persona que injurio mis oído con los amores que me excluyen, que alimentan mi morbo por el comportamiento humano y que sobre todo dan potencia a las voces de mi cabeza que repiten en tono casi marcial "la monogamia no es natural". 

Estar en la exposición fue maravillosa, se repartió en tres de las salas del piso 1, el discurso estaba lleno de antropología, tal vez por eso me llamo la atención, la primera sala hacia alusión a la identidad y al cuerpo social, a aquello que aleja la civilización de lo salvaje y hacia referencia a cómo se considera que algunas culturas apuntan hacia el futuro y otras hacia el pasado desde esta categorización dicotómica. 



La segunda sala entro en materia de la principal crítica, las pinturas de Castas de finales del siglo XVII, acompañados de frases de Silvia Federicci, considerando que es feminista marxista, claro que el texto que acompañaba a cada imagen cumplió su cometido, además de apoyar a quien observa con datos que apuntan a cómo el capitalismo temprano necesito de la desvaloración e invisibilización de los trabajos de cuidados, los cuales descansan en una división sexual del trabajo basada en convenciones sociales que desfavorecen a las mujeres, especialmente a las racializadas.


 


Esta sala fue la que ocupo mayor parte de mi tiempo, pues justo pude apreciar el orden ascendente que tenían las pinturas que iban desde una pareja de Yndios, en el cuadro 1, hasta una pareja de Espanol Gente Blanca quasi limpios de su origen, los últimos cinco cuadros mostraban mezclas no deseadas para ese tiempo, además de que en un ejercicio de antropología amateur, por no mencionar mi mal hábito de escuchar conversaciones ajenas, pude escuchar la apreciación de otros visitantes sobre la obra, que en general  no fueran tan positivas, a lo cual, no deja de sorprenderme la habilidad que tiene la gente para negar la existencia del racismo o atribuir a la ideología aquello que no concuerda con la visión y el discurso hegemónico. 

Finalmente, en la tercera sala reino la frase "querían brazos y llegamos personas", para hacer énfasis en la deshumanización de las tareas de servidumbres establecidas de acuerdo a la casta, en un paralelismo entre la explotación de la naturaleza y las mujeres en la lógica de la época colonial, motivo por el cual flores, frutos y brazos son resaltados en las pinturas, como se puede apreciar a continuación: 


 


Quede bastante satisfecha con mi visita al museo, que espero se repita pronto, porque he de añadir que al final del recorrido y toda la fascinación caí en cuenta de algo sumamente importante, y es que llevaba varios años sin acudir a un museo, prácticamente toda la pandemia y antes de ella, el último museo al que acudí si mal no recuerdo fue a l'orangerie, durante la fugaz visita a París en verano de 2018; entre tanto drama del corasound y contratiempos económicos que no produjeron más que malestares olvidé algo fundamental para mí, muy importante como parte de mi ser ñoño, entonces saliendo del museo me prometí con mucha solemnidad, aunque nadie pudiera oírlo, no volver a alejarme jamás de aquello que me alimenta el alma. 





lunes, 13 de junio de 2022

Cosas que llegaron con los 30


  • El bote de crema hidratante 
  • El bote de crema corporal  
  • El kit para hacer manicure
  • El cabello de colores (rosa,violeta, azul, verde, violeta, rubio)
  • El skincare
  • El bloqueador solar 
  • La lonchera godín
  • Los aderezos para la ensalada... las ensaladas  
  • El infusor
  • La cafetera
  • La secadora de cabello
  • El cepillo redondo, el que da volumen 
  • El celular de plan
  • La crema para manos
  • Beber electrolitos algunas veces al mes 
  • Una suculenta, un anthurium  y la vida sugiriendo que tal vez sea una señora de las planta

En resumen: La lista del super mercado aumenta,  ¡Que caro es envejecer!

sábado, 28 de mayo de 2022

En el umbral de los 31



En el umbral cómo la Chayo Castellanos, mirando de soslayo, sólo que este umbral por el que fisgoneo no es una puerta sino una ventana, una venta digital, los distanciamientos sociales y las prácticas corteses nos reducen a mirar por monitores la vida de aquellos que por distintas circunstancias dejan de ser parte de nuestras vidas, pero con la tecnología una adquiere el hábito masoquista de no dejarles ir del todo, y las conversaciones se almacenan, y las fotos, y los mensajes, y los anhelos, y las palabras cariñosas coleccionadas en un chat. 

Con la edad el hábito masoquista de preguntarse por lo que no fue se acentúa, a veces por mesura uno va intentando soltar poco a poco el lazo cibernético, más por cariño al otro que por amor propio, porque hay quien fue tan bueno y amoroso que el mejor regalo que puede darle uno es la ausencia, que borra los puntos suspensivos y la posibilidad de algún café, el mejor regalo para aquel a quien se quiere bien es cortar el flujo de información en tiempo real, para que el flujo de ceros y unos deje de punzar. 

En el umbral de los 31 reviso las conversaciones, quizá en mucho por el juez implacable que mora en mi cabeza, y es varón muy tradicional, que pregunta por qué dejaste pasar los años en que era una joven deseable, por qué no estoy con aquel que prometía vacaciones dos veces al año, o con ese otro que me llevaba a pueblitos mágicos cada fin de semana, o el elegante caballero mayor que yo que prometía hijos con una gallarda figura, o el amante intenso cuyo aroma te engullía por completo para después buscarle inconsciente en la cama; pero la respuesta está ahí mismo, no hubiera experimentado, ni sentido taaaanto sino fuera porque me atrevía a la libertad y la soledad que conlleva. 

Atreverse a la libertad y la soledad, supongo que esa ha sido la consignada de esta década que voy inaugurando, bastante bien he de decir, después de tener una segunda mitad de los veinte compleja, la pobreza de vivir con salario y medio al día, una pandemia donde fui población de riesgo, varias roturas de corazón, el volver a casa por un año para dejar de romanizar el nido materno; y luego iniciar los 30 de nuevo con trabajo haciendo lo que me gusta en un entorno más complejo pero relativamente mejor pagado. 

La vida de enero de 2021 a la fecha ha comenzado a sonreír de nuevo, con una sonrisa tímida y sutil, retome aquel diario que comencé el 02 de abril de 2018, aquel que en su mayoría tiene momentos tristes, y al fin pude culminarlo el sábado 23 de abril de 2022, cerró menos pesaroso y más esperanzador, mi entusiasmo me llevo a comprar otro diario que espero terminar antes de que cumpla el año en mis manos, compré una libreta color verde por el simbolismo del color, porque me siento así, como un pequeño arbusto cuyas hojas comienzan a emerger después de un proceso doloroso por el cual los nuevos retoños hubieron de abrirse paso por los poros de una corteza ya adulta y áspera que se resistía. Las propuestas laborales de inicio de año me llevaron a Tehuacán, pero para mi cumpleaños 30 alcance a llegar a Puebla y la pensión donde viví mis primeros años, estar aquí fue como tocar tierra firme después de un naufragio realmente pesaroso, el descanso en un lugar familiar y la importancia de tener una habitación propia, un espacio físico y mi eterno gusto por las habitaciones pequeñísimas que me cobijan y abrazan en sus pequeñas y justas dimensiones. 

Ahora lucho, lucho mucho, contra el síndrome de la impostora ante un ascenso reciente, y la vergüenza de la publicación tardía de un artículo que más bien parece ensayo, pero está ahí existiendo a pesar de que no le esperaba; lucho y me divierto con la tensión entre lo que debería estar haciendo y un cutis de adolescente que aún delata mis periodos hormonales. Lucho en tierras más tranquilas y sigo divagándome sobre si algún día podría atreverme a la libertad acompañada, o si esta figura retórica no es más que bello oxímoron en mi cabeza.

lunes, 28 de febrero de 2022

volví a tinder

Volví a tinder por curiosa (supongo), y porque no pierdo la esperanza en la humanidad, una esperanza muy retorcida que debería estar depositada en cualquier otro lado que no sea una app de cogidas, una app en la que espero encontrar una buena charla para salir de lo cotidiano, una app que muestra carne a granel y un montón de perfiles monótonos y engañosos, cómo el mío:

 "Platicas ñoñas e intrascendentes // libros // anime // vino & antropología // •Descargar Tinder para eliminarlo una y otra vez es mi Sísifo•"

Si fuera honesta pondría algo así como "llevo por nombre un puerto y por apellido un mar, no busco sexo casual sólo una mente amiga que me invite a pensar", pero obvio nunca iba a hacer match con nadie por inmamable, igual y es porque últimamente estoy asquerosamente sensible y cursi, aún así nunca voy a entender esa sed de la gente por viajar. 

Supongo que vuelvo a tinder una y otra vez por curiosa, y porque quiero andar por el mundo de vez en cuando acompañada, aunque es absurdo porque voy sola hasta al cine, con palomitas, helado y refresco incluidos; pero ahí esta esa bendita manía de la especie humana de hacer sociedad, que se debe estar acentuando con este breve oasis climático fruto del calentamiento global, ¡Mira ahí una hembra de la especie humana buscando socializar!🤦‍♀ Me temo que nunca vamos a dejar de ser eso, animales a merced de los estímulos medioambientales (eso último también sería más honesto para un perfil tinder).

De momento aquí ando, deseando cantar a y con quién sea  🎤humanos como tú aquí no hay no hay 🎶

viernes, 11 de febrero de 2022

Que me quisieses por tonta

Hablar contigo mientras estoy enferma, resulta tarea fácil,
mientras mis ojos solicitan cuidados,
las palabras se vuelven suaves y tiernas.
La fiebricula se mantiene constante,
a la par de mis necias ganas de renunciar a una razón, que históricamente me ha sido negada, y que tú te empeñas tanto en poseer. 

¡Tómala la razón, llévala muy lejos!
Que este cuerpo improbable e incierto no podrá seguirte.
A nosotras las que nacimos enfermas,
con la hendidura del pecado en el cuerpo,
todo nos ha sigo negado.

Me hubiese gustado que me quisieses más por tonta, que como apología de aquello que consideras merecer;
y así confesar que desmerezco todos los elogios, que nunca he sido casi un hombre, pero sí un ser humano a medias.

domingo, 23 de enero de 2022

Mis pasos

Últimamente he pensando en mis pasos, en cómo camino y la manera en que ha cambiado la forma en que me desplazo dependiendo de las distintas etapas de la vida.

Creo que todo empezó de la mano de mamá, y seguro hubo muchos mimos y alicientes.

Después en la niñez,siempre iba a expenzas de las grandes sancadas de mi papá o mi hermano, quienes regularmente me llevaban y traían de la escuela, entonces mis pasos eran pequeños y presurosos.

Durante la adolescencia iba a todos lados sóla y con prisa, porque los permisos eran excasos y siempre procuraba llegar a tiempo para evitar regaños, ahí mis pasos eran nerviosos y veloces.

Luego en la juventud mis pies dejaron de estar solos y regularmente iban acompañados, mis pasos bailaron, brincaron y juguetearon.


Y ahora en la edad adulta, mis piernas han vuelto a andar solas en busca de su propio ritmo. 

Acostada

Estoy acostada en la cama individual de mi pequeño cuartuchito y miro mis cobijas baratas, pienso en los edredones  que me han compartido de mejor calidad y textura, en las habitaciones amplias, en las bolsas de dormir del trabajo de campo y en alguno que otros piso que alguna vez me tocó ¡Que difícil es despedirse de la gente en invierno!, porque sin importar la tela siempre es mejor dormir en compañía. Hace tiempo que no escribo nada bello, y es que los días han estado desiertos, hoy me asaltó una pesadilla y algunos problemas técnicos que tuvo mi madre con la creciente de los ríos, extraño Misantla en época de lluvias, los sobre saltos del río amenazante, el cielo cayéndose y el lodo hasta las rodillas  de una niña que prefería volver brincando en los charcos antes que desperdiciar un buen día de lluvia.

Hoy amenazo con llover y fue solo un espejismo.