El inminente momento en que debes hacer una pausa, son vacaciones, te detienes a hacer el recuento de los daños al son de la canción que alguna ves te dedicaron y te pones a pensar melancólicamente que hay cosas que no deben ser dichas tan a la ligera -lo sé, que pensamiento taaAAan original - , la maldita canción no dejaba de repetirse en tu cabeza y ahora en el ordenador...
Pero ya es tarde, te ha dejado ir, lo has dejado ir, se han perdido mutuamente, se dejaron ir y no en el sentido cachondo que la frase podría implicar, lo cierto es que nadie acompañara a alguien a la terminal, no habrá beso de despedida ni amenazas de lagrimas, ni caras tristes, ni en quién pensar mientras miras por la ventanilla, tus suspiros no tendrán destinatario, no harán mensajes de texto diciendo te extraño, no sabrás a donde será la excursión de este año, no habrá fotos compartidas, ni habrá anhelo de un rencuentro.
Te miras a ti misma sola en la terminal con una enorme maleta, deseando tener un rumbo fijo, pero no lo tienes, vas de aquí para allá, por eso necesitas una enorme maleta para no olvidar nada, para no olvidar alguien, la enorme mochila azul que llevas en tus espaldas de universitaria es colosal en comparación con la pequeña de la secundaria que aun conservas, pero es necesaria, una pequeña no alcanzaría para llevar tantos cadáveres a cuestas.
Te sientes triste.. quizá... depresiva.... siempre... los estados anímicos inducidos se han vuelto una manera de anclarte a la realidad para no salir volando cada ves que alguien aparentemente agradable se acerca, el tedio crónico vital padecimiento para no evitar la nociva enfermedad del optimismo te acompaña por doquier, en tu gran mochila azul llevas pastillas de pesimismo y melancolía, unas ampolletas de egolatría y el inhalador que aun no sabes como utilizar.
Por otro lado todo este intento de victimizarte ¿a qué viene? ya es primavera, hay sol, mañana estarás de nuevo en carretera, ¿acaso no es lo que te gusta? viajar, tomar un autobus, mirar por la ventana y contemplar absorta el paisaje y observar como en medida que te alejas de la meseta central la flora comienza a cambiar, los primeros árboles tropicales aparecen, el paisaje se colorea de verde, el sol se torna nuevamente tibio, ya no quema como el de puebla, el astro rey baña a Veracruz, besa la piel de los lugareños tornándola color canela, días de ropa diminuta y bebidas refrescantes, días de sensualidad, han vuelto las ganas de cargar esa maleta.
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