Los recuerdos más bonitos de reyes magos que tengo no están vinculados con los juguetes sino con mi hermano mayor despertándome, creo que tenía como cuatro años, y sentía el movimiento de la cama, alguien me tocaba un pie y escuchaba mi nombre pronunciado repetidas veces con insistencia, prisa y emoción, aún estaba oscuro, el papá insistía en que mi hermano volviera a la cama pero una vez despiertos los dos y multiplicada la protesta para mirar los juguetes no quedaba más que encender la luz.
Tiempo después me enteré de que hubo unos reyes en que el hermano se despertó primero y se agenció algunos de mis juguetes, por lo que se le condicionó para que miráramos los juguetes juntos, cómo se enteraron los papás de esta pequeña deshonestidad, por la carta de los reyes, ya que a nosotros nos dejaban una carta en respuesta con la lista de los juguetes que correspondían a cada quien y sus distinguidos saludos, la verdad es que de estás cartas no me acuerdo mucho tal vez porque la emoción que causaba en mi hermano lo eclipsaba todo.
Los papás entre nuestros juguetes siempre agregaban juegos que pudiéramos realizar en familia, juegos de mesa, balones o pelotas para compartir, por lo que para mí nunca fue importante la distribución o titularidad de los juguetes, sabía que los carritos de mi hermano eran los vehículos de mis peluches y que mis muñecas y sus figuras de acción serían cómplices de distintas aventuras o escenarios que la imaginación más prolija de mi hermano ideaba para que jugáramos.
Desde pequeña al ser la segunda hija crecí con la costumbre de compartir, y la mamá que siempre me contaba historias de una infancia con privaciones termino por curtirme el corazón para darle mayor peso a las sonrisas a partir de juegos grupales que ha a tener el juguete de novedad.
Recuerdo que cuando tenía cinco o seis años nos mudamos a la que fue mi casa hasta que fui mayor de edad, ahí tenía unas vecinas que como eran testigos de Jehová no recibían regalos de reyes magos, en esa ocasión los reyes me trajeron una decena de barbies originales y yo sin saber que hacer con tanta barbie y con las enseñanzas de la mamá lo único que se me ocurrió fue tomar todas las muñecas para ir a jugar y repartirlas, grande fue la sorpresa de mi mamá cuando me vio regresar solo con dos, cuando me interrogó al respecto del paradero de las demás muñecas y le explique la situación no le quedo de otra más que aceptar que las había regalado.
Creo que los reyes para mí siempre implicaron la emoción de los demás a partir de los juguetes, por lo que los juguetes pasaban a segundo plano al ser solo un medio; y ahora que el hermano mayor tiene una hija la emoción volvió remasterizada, escucho con fascinación la meticulosidad con la que elige juguetes pensando en los gustos de la sobrina, miro como juega a la comidita con ella, a la doctora, se deja maquillar y sobre todo que realiza compras pensando en los juegos que pueden relizar juntos. Ha sido lindo crecer y poder mirar hacia atrás como cuidaron los papás de nuestra fantasía y ahora ver al hermano mayor proyectando toda esa emotividad al servicio y cuidado de otro ser.
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