sábado, 5 de septiembre de 2020

Guarida virtual

 

¿Cuántas guaridas virtuales son necesarias para verterse en ellas?


Habrá algún lugar que nos ajuste adecuadamente para no sentirnos insuficientes y poder desparramarnos sin dejar remanentes, para no sentirse ni tan poco ni tanto, sólo sentirse apropiada, idónea no, pero tal vez darle espacio a un poquito de vanidad y considerarse oportuna.

y ante el exceso de no sentirme basta recurro a rellenarme de virtualidad, dos cuentas personales sin mi  nombre pero con fotos propias para legitimar la existencia, con cuidados posteos, un mundo de tonterías que se refuerza frente a la actual normativa relacionada con la correción política, un blog semi público sin transcedencia, publicidad o visitas innecesarias y una cuenta alterna para darme permiso de jugar a ser lo que uno quisiera ser... nudes, sensualidad y erotismo intercalados con momentos de mutismo, más mute y ostracismo, y aún así la compleja sensación de sentirse vigilada más no escuchada, observada pero no vista. 

En este mundo que se ha mudado a la virtualidad resulta complicado no querer transladarse fuera de uno mismo para fundirse en la utopía dicotómica del tapiz binario, donde ceros y unos dan coherencia, sentido y direccionalidad al mundo, así como:

Desaparecer en un estornudo 
disociarme de la piel 
desprenderme de la carne, 
apagar o reiniciarme.

Aunque la fantasía de lo coherente en armonía con la ciencia es un horizonte aún distante de vectores que no requieren interpretación y parecen siempre saber hacia dónde van y hasta dónde llegan.