Cuándo se conjunta una buena conferencia sobre perversiones brujeriles en la literatura medieval, le sumas la alineación de los planetas que te permitió ser invisible y colarte una vez más a la casa amarilla, un casualmente haber estado una noche con Bataille en una especie de acto necrofilico de tumba a escritorio, obtienes, indulgentes diosas madres que se vuelven brujas y hombres que evolucionan en el terreno metafísico a través del arte.
Hubo una vez un filosofo y literato -esperad un momento acaso se puede ser uno sin ser lo otro-, hubo una vez Georges Bataille y su breve historia del erotismo -en esta historia no hay una inocente y linda niña bonita- y yo leyéndole, de allí rescate que el rescato y espero ustedes rescaten como el hombre se hizo humano, por sobre la historia de nuestro bipedismo, la postura erecta, el aumento del horizonte visual y la capacidad craneal, esta el hombre allí dentro de la caverna ya iluminada con una hoguera -en su hogar- y hubo muertos y hambres, miedo a la muerte y satisfacción del hambre, hubo la necesidad de explicar la muerte y de aprender a controlar los alimentos -si lo último le suena ilógico es solo porque esta habituado a escuchar a menudo lo primero -.
Surgió entonces la necesidad de inventar seres extraordinarios que pudieran con lo que nosotros no podemos pero que se asemejaran a nosotros para no sentirnos del todo desplazados, y surgió la diosa madre como estigma, lidiando con la provisión de alimentos, lluvias, fertilidad, pero como las mujeres no nos fertilizamos solas -y los hombres no se querían quedar atrás- se decidió darle sexo a la diosa madre y se creo al dios del inframundo y de la caza -digo porque no agrupar la muerte de los animales y los humanos, en ese entonces no había distinción entre lo natural y lo racional- , y vualá se satisfizo el enigma de la muerte y las necesidades alimenticias hecho curioso el tener a la diosa madre copulando con el dios del inframundo, algo así como Persefone y Hades.
Volvamos de nuevo al arte volviendo al hombre ser humano y encontremos, imaginemos una pintura rupestre en Francia, al fondo de una cueva de Ariége un cuadro dónde se representa a un hombre vestido con pieles y astas en la cabeza y que se encuentra rodeado de animales, se cree que este es el vestigio más antiguo de una religión ritualista, la figura del hombre cornudo posteriormente se convirtió en una deidad presente en casi todas las religiones premonoteístas, en los países de Asia Menor, Egipto, Grecia, Roma, las áreas élticas desde el mediterráneo hasta las islas del Canal hay un dios cornudo; una de sus representaciones más conocidas es la griega, el hombre-cabrón, con cuernos y pezuñas, Pan fue una deidad famosa por sus hazañas sexuales y ahora traslademoslo a una figura más reciente, hacia la religión judeo cristiana ¿lo tienes?, personaje del sudmundo con cuernos, algunas veces también representado con pesuñas...
Ya que tenemos al satanás por un lado, el dios primigenio de la caza y el inframundo reconfigurandose hasta llegar a la religión judeo-cristiana, bien vale la pena preguntarnos que sucedió con la figura de la diosa de la fertilidad, la provedora de alimentos, pues bien, la figura de la diosa perduro por todas las religiones, se diversifico y multiplico en diversas formas, aveces la tenemos como dueña del amor sexual en Venus y Afrodita, en otras ocasiones aparece como la madre fértil Isis y Deméter, en otras como diosas vírgenes como en el caso de Artemisa, Atenea y las diosas babilonias -aunque eso de virgen era más bien en general referente a que no tenían una pareja fija más que a un estado de abstinencia sexual-.
Las diosas madres al igual que la imagen del diablo se extendieron por todo el mundo antiguo, muchos de los ritos de adoración comprendían actos sexuales o alusiones al acto sexual, quizá la practica más difundida fue la prostitución sagrada, practica que con el tiempo perdió el sentido sacro, se desvirtualizó excluyéndose de las practicas de la doctrina judeo-cristiana; con la ascensión al trono del cristianismo en el mundo occidental las sacerdotisas y hechiceras que practicaban rituales en torno a la fertilidad, la curación a través de la herbolaria fueron reagrupadas bajo un solo sustantivo, bruja, y lo poco que pudo sobrevivir al paso del tiempo de las viejas diosas madres fue condenado como brujeril o hereje, que para el caso el destino era el mismo, la inminente hoguera inquisitorial que predomino por tres siglos.
La imagen de la diosa madre se asentó en sus seguidores -mayoritariamente mujeres, para continuar con esta imagen femenina- y se difumino entre ellos, la diosa madre ya no era un ser supremo, la diosa madre era una mujer con un caldero preparando pócimas, dejo de ser inmortal para morir por el fuego de dios, el fuego de la hoguera inquisitorial, pese a ello sigo ejerciendo su sexualidad con el dios del inframundo y eso era algo imperdonable ya que la diosa madre ahora era una mujer, una mujer mortal y su pareja un demonio, pueden imaginarse tal combinación una mortal copulando con un demonio -sino pueden acudan a la biblia en busca de inspiración- ¡a la hoguera bruja maldita, ramera de satanás!
Ya que tenemos al satanás por un lado, el dios primigenio de la caza y el inframundo reconfigurandose hasta llegar a la religión judeo-cristiana, bien vale la pena preguntarnos que sucedió con la figura de la diosa de la fertilidad, la provedora de alimentos, pues bien, la figura de la diosa perduro por todas las religiones, se diversifico y multiplico en diversas formas, aveces la tenemos como dueña del amor sexual en Venus y Afrodita, en otras ocasiones aparece como la madre fértil Isis y Deméter, en otras como diosas vírgenes como en el caso de Artemisa, Atenea y las diosas babilonias -aunque eso de virgen era más bien en general referente a que no tenían una pareja fija más que a un estado de abstinencia sexual-.
Las diosas madres al igual que la imagen del diablo se extendieron por todo el mundo antiguo, muchos de los ritos de adoración comprendían actos sexuales o alusiones al acto sexual, quizá la practica más difundida fue la prostitución sagrada, practica que con el tiempo perdió el sentido sacro, se desvirtualizó excluyéndose de las practicas de la doctrina judeo-cristiana; con la ascensión al trono del cristianismo en el mundo occidental las sacerdotisas y hechiceras que practicaban rituales en torno a la fertilidad, la curación a través de la herbolaria fueron reagrupadas bajo un solo sustantivo, bruja, y lo poco que pudo sobrevivir al paso del tiempo de las viejas diosas madres fue condenado como brujeril o hereje, que para el caso el destino era el mismo, la inminente hoguera inquisitorial que predomino por tres siglos.
La imagen de la diosa madre se asentó en sus seguidores -mayoritariamente mujeres, para continuar con esta imagen femenina- y se difumino entre ellos, la diosa madre ya no era un ser supremo, la diosa madre era una mujer con un caldero preparando pócimas, dejo de ser inmortal para morir por el fuego de dios, el fuego de la hoguera inquisitorial, pese a ello sigo ejerciendo su sexualidad con el dios del inframundo y eso era algo imperdonable ya que la diosa madre ahora era una mujer, una mujer mortal y su pareja un demonio, pueden imaginarse tal combinación una mortal copulando con un demonio -sino pueden acudan a la biblia en busca de inspiración- ¡a la hoguera bruja maldita, ramera de satanás!