martes, 16 de julio de 2013

Sueños de infancia


  Recuerdo que desde que tenía 8 años deseaba ser periodista, 
claro en ese entonces no usaba nada color rosa porque me parecía humillante que todo lo que usasen las niñas fuese de ese color y quería ser congruente con mi rechazo hacia las formas preestablecidas, pensaba que tv azteca era una televisora alternativa -bueno quizá en sus inicios- y que Lili Tellez era la mejor periodista del mundo o por lo menos de México -recuerdo que fue de los primeros atentados a periodistas por el crimen organizado - , Aristegui y Dresser no figuraban en mi repertorio y mucho menos hemingway o Kapushinski .

Fui una niña común como todos los otros niños, necia y orgullosa, me parecía un insulto que me cargaran o me hicieran gestos o muecas los desconocidos poniendo cara de bobos y nunca quise ser enfermera ni doctora, detestaba jugar con nenucos o a la comidita, a la fecha sigo creyendo que todos los juegos que valen la pena no necesitan accesorios -los encantados, pajaritos de colores, las picas, las escondidas y el cancan eran lo máximo, luego vinieron los juego de pelota-; cómo era una niña tranquila mi madre decidió enviarme al kinder hasta los 4, mientras yo me deshacía de ganas en aprender a leer y aunque en el kinder no aprendía a hacerlo y tuve que conformarme con medio garabatear algunas cosas y mi nombre.

Por allí empezó mi crisis en contra del color rosado y los vestidos, que eran incómodos y poco prácticos para andar corriendo, luego entre a la primaria y continué lamentándome el hecho de que no me enseñaran a leer en preescolar, me molestaba un tanto que mi mamá no pudiera llevarme a la biblioteca dada la hiperactividad de mi hermano y tenía que conformarme con columpiarme hasta el mareo en los juegos infantiles ya que tenía temor al uso de las resbaladillas me la pasaba dos horas monopolizando un columpio, cuando aprendí a leer me vengué leyendo sus libros de texto que extraía a hurtadillas de su mochila.

Por tercero de primaria empezó a surgir la figura de Vicente Fox -el primer candidato plenamente mediático del país-, recuerdo la v de victoria y el slogan "ya ganamos", comenzaron a aparecer reportajes sobre los 71 años del PRI, y yo comenzaba a ver el noticiero de las 7 en el canal once de la televisión abierta dirigido por Pablo Latapi y Lili Tellez, por ese tiempo decidí que quería ser periodista, quizá ese periodo de desenmascaramiento a nivel mediático de PRI me dio el sesgo histórico que tanto me gusta, un día en casa de mi abuelita paterna mientras tomábamos café me resolvieron la vida, ya estaba el camino trazado, la UV máxima cada de estudios de mi hermoso Veracruz, tenía comunicación que es más o menos lo mismo -luego cuando entre descubrí que si estaba periodismo como área terminal-, en fin que no lo pensé más y ese fue la meta a alcanzar hasta que ingrese a comunicación.

Luego me encontré con la realidad y mis maravillosas clases de periodismo con el premio nacional Luis Velázquez, allí conocía a Villoro, Himingway, Kapushihski, Aristegui, Lee Anderson, Dresser, Monsivais entre otras vacas sagradas del periodismo, bajo los sacrosantos mandamientos del periodismo dictados por Velázquez y su siempre presente sarcasmo mi pluma fue creciendo, aprendí a localizar el hecho noticioso, a hacer cabezas para una columna, dos o tres y para ocho columnas siempre empezando con un verbo o un sustantivo, a redactar balazo y bajante y el número de golpes y palabras que debía llevar cada uno, todo acorde con la estética periodística de la vieja escuela y la mentada caja china que nunca nos dejo en paz, párrafos de 30 palabras, un dato por párrafo, del más importante al menos importante.

Luego aprendí que para escribir se necesita ceso y dos cursos con Velázquez en la UV y que por otro lado también hay manuales de periodismo, pero que sería de la nota sin un viejo lobo de mar mofándose de ti y preguntado "haber Mariel ¿Cuál es el hecho noticioso aquí?" para luego atacarse de la risa y pedirte que vuelvas a hacer tú nota,  en el mejor de los casos cuando no te acusaba de periodista de notiver -un diario de tintes amarillistas de Veracruz, al que muchos hemos criticado en el cual mas de unos cuantos han caído-.

En fin que lo más importante fue que a hacer periodismo se aprende haciéndolo, después de mucho sarcasmo y burlas aprendí a redactar de manera adecuada y que la mayoría de los grandes periodistas ni siquiera estudiaron para hacerlo se formaron en el campo, luego aprendí que siempre debes ceñirte a tu linea editorial y que si publicas lo que no le gusta a alguien te van a matar, a menos que seas una vaca sagrada ellos pueden darse el lujo de redactar en primera persona y nadie les dice algo, después vino el periodismo digital en contraparte a los románticos que aman mancharse los dedos con la tinta de la imprenta -y el papel de baño reciclado- y así íbamos como corderito al matadero, sin siquiera balar, siempre aceptando.

Luego vino mi desilusión y mi deceso, jamás fui periodista -al menos no de momento-, creo que fui publicada una vez y no fue en la romántica tinta que mancha los dedos, sino en una página web, después me di cuenta que para escribir más que estética se necesitan bases y decidí ir a buscar mis bases históricas y filosóficas  y eme allí estudiando antropología en Puebla, tan cerca de de-oz y lejos de los ángeles, del periodismo  y de mi Veracruz.

Ahora desde otra lupa creo que el periodismo debe ser comprometido y no dejarse segar por tener el dato al minuto publicando periopecias sin antes tener las dos vueltas de la noticia, creo que en el mar de las redes de comunicación el hecho noticioso se pierde entre tantos adornos literarios de pseudoperiodistas que mas que informar desinforman, que la ética periodística es un antro pasado de moda al que ya pocos acuden y que ni la moda retro hace que vuelvan a él, que siempre se esta al servicio de la agenda setting, siempre publicando sobre lo que esta en boga y en lugar de tener muchos medios publicando distintas cosas tenemos muchas repeticiones de lo mismo aveces hasta con la misma foto.


y todo esto a que viene, lo indicado sería decir que a Sartori -para continuar con la linea de vacas sagradas- pero no es así, viene a una nota en letras libres -curioso viniendo de una revista de derecha- sobre los migrantes que no importan y el periodismo salvadoreño, antes de abordar la temática el autor se avienta una de esas chaquetas moralistas sobre el periodismo, una de esas que hacen falta y que ya nadie se avienta porque es más fácil culpa a los políticos, a tv azteca y a televisa, a la ciudadanía desinformada, porque quién tiene la pluma manda, dirige enfoca pero nunca es el responsable del flash:


"¿Qué es el periodismo de avanzada? Aquel que se atreve a escribir sobre aquello de lo que nadie se atreve a escribir, al menos no de manera concienzuda y minuciosa; el que se acerca lo más posible a los temas y a los individuos, tomando el tiempo que sea necesario para lograrlo y luego, de alguna forma, sabiendo cómo aprovechar al máximo aquello que se descubrió...¿no es esto justamente lo que promete la era digital? No más periferia; el centro está en todas partes. Pero se requiere de un equipo editorial con visión, periodistas que escriban como escritores y que sean excepcionalmente valientes y talentosos, para llevar a cabo una conjetura tan idealizada y tan deseosa."


en ocasiones me da pena, me doy pena, nos doy pena, me das pena, nos damos pena y la pena sigue recayendo en todas las personas del singular y del plural en reflexivo, pero muy en el fondo, escondida entre los párrafos sigue  esa niña necia creyendo que es la pluma el arma ideal para revindicar el camino, desandar lo andado y comenzar nuevas sendas.

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