sábado, 25 de marzo de 2023

Naderías sin aspavientos

Hoy me dio tiempo de hacer un titipuchal de cosas, es decir, un mundo de pendientes y extrañamente todos gratificantes, y solo tuve que reducir mis horas de sueño a seis y levantarme a las 5am, diré que sin lugar a dudas mi parte favorita fue ordenar la cocina después de cenar con mis amigas, y mientras lavaba los trastes recordar a mi mamá ponerse al día con sus hermanas sobre sus vidas, en ese momento la cocina adquirió otra latitud, adoro el aire de familiaridad y arropo que te hace sentir la cocina compartida entre mujeres que se quieren,  el trago de ron combinado con las tareas de manteniendo del hogar en conjunto con mis amigas me hicieron sentir en confianza y protegida, me recordaron a mi mamá y sus hermanas haciendo ponche y buñuelos en época decembrina... Las risas, más bien carcajadas guacamayescas, en la cocina de mi bisabuela son uno de los mejores referentes de mi linaje materno.

Tres amigas, seis pares de manos cuidando de una bebé que no dio tregua hasta caer rendida a eso de las 10 PM. La casada, la comprometida y la soltera, la certeza, la duda y la negación, las ganas de prolongar los momentos cotidianos para que no se acaben, esa ansia de vida en común no compartidas, los consejos, las burlas, el sarcasmo y las bromas entretegidas con la verdad y la crítica severa, somos nuestras mejores juezas y consejeras. La implacable verdad de una amiga que te quiere y conoce, la fiereza de su consejo, atenuada por el sonido del agua del grifo, son la mejor terapia que una necesita.