Te extraño, creo que a diferencia de los demás ex jamás te lo dije, aunque a más de cinco años no sirve de nada, y me disculpo, pero es la víspera de tu cumpleaños, la fecha de tu cumpleaños que aprendí hasta después de que terminamos, el amor es así, es así para mí, es más real en el desamor que cuando se vive realmente, vivirlo es un sueño del cuál una sólo esta consciente cuando despierta.
Justo ahora muero de curiosidad por saber qué ha sido de ti, pero dejamos de hablar hace mucho, más por tu bien que por mi gusto, mi último regalo fue este, sacarte de esta lista de amores inconclusos y disfuncionales que no acabo de soltar ni acaban de soltarme.
Saber de ti en el marco de tu cumpleaños treinta y tantos, y ponerme feliz de que me cuentes de tus viajes y los conciertos a los que has ido, los avances con el piano, las clases de salsa y el ejercicio, esperar que te hayan dicho que el tema de tu salud sólo fue un cuadro de ansiedad mal diagnosticado.
Volver a la madriguera de donde me sacaste parece no ser una elección sensata. Total que extraño charlar de anime, y me empaña los anteojos no saber qué debí ver esta temporada, y no tener los espoiler del manga, y no caminar en esa plaza, que es más bien una rueda de hamster, la cuál seguro frecuentas y que evito a toda costa.
Pero fuimos un momento en el tiempo, el de una mano que se aferra a la otra mientras miran una película, con la premonición de que esa era tu primera partida y que alguna vez ya no volverías. Extraño tus pequeños ojos de rendija.