No hay objeto más bello y noble en el mundo que una taza, se dejan llenar y vaciar, llevan a nuestras bocas consuelo y anhelo, cuando te sientes desdichada te depositan besos cálidos que reconfortan el alma, son versátiles y pueden contener té, café, cereal, sopa y algunas más audaces se dedican al contrabando de sensuales licores en lugares no permitidos; y aún más, muchas aún cuando ya están gastadas de tanto servir y su cuerpo no les permite albergar esos fluidos importantísimos para sobrellevar la vida cotidiana, extienden sus servicios y entonces se tornan macetas, portaplumas, ceniceros, parte de la vajilla improvisada de alguna pequeña niña, o que sé yo.
Por eso hoy les hablaré de las tazas en mi vida:
1) La primera taza que compré al llegar a la universidad en julio del 2011, aún la conservo, es blanca con líneas horizontales rosas, azules y verdes.
2) La segunda taza que tuve fue un regalo de cumpleaños de una amiga muy querida, que fue mi roomie durante la universidad, era amarilla y se fue conmigo a mi primer empleo, justo ahora descansa en la alacena de mamá.
3 y 4) La tercera y cuarta tazas fueron recuerdos de el primer fin de semana que pude darme el lujo de costear al lado de un buen amor, una la compré en la Casa Azul y por su puesto que tiene la imagen de Frida Kahlo, esa en la que usa un rebozo color rosa mexicano y tiene mirada casi de beata; la otra taza más bien es un posillo de barro con un collar de flores azules que envuelven su cuello, comprada en la primera feria del champurrado y pan de muerto, en la misma localidad ilustre en la repica en que aún le llamábamos DF a la CDMX.
5) Después hubo un presente navideño, que llegó lleno de chocolates de un coordinador muy educado y apuesto, que gustaba de compartir detalles con todas las personas de la oficina.
6) Hubo también un par de tazas hipsters, transparentes y con sus respectivos bigotes pintados, con detalles rojos y amarillos respectivamente, recuerdos de un amor sincero, esas tazas hubieron de irse cuando el romance acabo, y terminaron engrosando la alacena de una buena amiga que hizo el favor de llevarlas hacia su nidito de amor, ya que no tuve el corazón de hacerlas beber café de a una, en lugar de continuar con el ritual de tomar café de a dos.
7) Hubo una taza también de alebrijes de algún pretendiente entusiasta, ideal para ser la medida de los hotcakes, y que fue perdida en alguna de mis múltiples mudanzas.
8) La octava taza fue un regalo espontáneo de una compañera de trabajo, ahora amiga, fruto de compartir el gusto por la misma serie animada, pero que ante la existencia de la taza amarilla en la oficina se limito a ser portaplumas y que actualmente cumple la misma labor en mi actual escritorio.
9) Luego apareció la taza de un mapache que sopla un diente de león, regalo en una cena muy elegante, mesa puesta con velas y garçon, preludio de una relación laboral que aún me acompaña, pero ante todo recordatorio de amistades entrañables, y un apodo cariñoso que pende de por ahí del 2015.
10) También apareció una taza de unicornio, de esas que imponen el lado desde el cuál se debe beber porque sino amenazan con darte una cornada, esa taza fue el consuelo a mi partida de una amiga de esas que terminan de algún modo siendo una hija putativa porque el destino, las estrellas y las edades así lo alinearon.
11) También hubo una taza alta, blanca y con flores lilas, recuerdo de un trabajo de campo en la central de abastos de Huixcolotla en día de muertos, que compré a juego con una amiga, la suya era de flores naranjas, no sé si aún exista, lo que sí es que la amistad perdura aún con el tiempo y el espacio de por medio.
12) y finalmente la taza de la vuelta a Puebla, en el retorno al nido, en la adultez (tal vez tardía), con el nuevo empleo, la de los 30 años, y la posibilidad de tomar café de mayor calidad y tés de sabores exóticos, la que reposa en mi pequeño cuartuchito de 3x3, en el escritorio del home office y qué me acompaña noble en la tranquilidad y la zozobra.
He de añadir que algunas tazas se han perdido en el camino, pero que espero de todo corazón todas conforten y acompañen a quien con sus labios las acaria, dándoles alivio.