viernes, 19 de junio de 2020
Desde la pandemia
Escribo desde la pandemia y un encierro nada estricto del mismo rinconcito del Totonacapan veracruzano que es algo así como mi Tangamandapio personal, ¿Qué hay de nuevo? Poessss... después de meses de mutismo voluntario al fin puedo contar que regrese al Pueblo la segunda semana de febrero después de renunciar a un trabajo que me dejó un tanto cansada y con secuelas dentales producto de un bruxismo que me exigió cortar de tajo aquello que era insostenible tanto economica como eticamente, lo cierto es que no abundare en este momento en los motivos de mi renuncia porque me encuentro demasiado de buen humor como para rememorar hechos deplorables.
Volví a Misantla el sábado 8 de febrero, después de muchos contratiempos y dejar empaquetados en casa de un buen amigo un montón de libros y cosas que no pudieron acompañarme de vuelta, regrese con ganas de pueblo, de llegar caminando a todos lados , calor de hogar y encontrar caras amigas, lo cierto es que en tres semanas me sentí harta e inútil, maldita ideología capitalista introyectada que nos éxige ser productivos y torna en culpa los merecidos descansos.
Regresé al terruño con tiempo suficiente para flojear tres semanas, y no dejarme descansar ni un mes, ya que a la tercera semana me encontraba yendo a la papeleria a fotocopiar mis documentos para participar en un de esos programas asistencialistas de gobierno federal que buscan medio subsanar la falta de empleos y la precarie situación económica de los jóvenes a tráves de una beca trabajo, debo subrayar que considero afortunado este hecho, ya que atine justo a meter mis papeles, para hacer el proceso de entrevista y trabajar cuatro días hábiles de la segunda quincena de marzo, con tiempo suficiente para gozar de vacaciones en semana santa y tener una cuarentena pagada apegada al calendario que la sep ha instaurado.
Retorné al pueblo con suficiente tiempo para que no me mirasen con recelo por ser posible portadora de covid y para mirar como poco a poco más gente retornaba por causa de la cuarentena, regodearme de que la vida en los lugares pequeños es más salubre ya que caminar a todos lados evita los asinamientos del transporte público y que hay muchas misceláneas en lugar de un par de supermercados enormes que permiten acudir a comprar en lugares mejor ventilados. Tal vez de lo único que deba quejarme es de las danzantes opiniones que bambolean entre las conspiraciones, la indiferencia y la hipocondría que asolan el hogar materno y de que he tenido que conformarme con las miradas amigas a partir del uso del cubre bocas como médida preventiva.
Me devolví al lugar donde crecí para ver si encontraba algo que tal vez en algún momento olvidé que debía venir a buscar, un virtual gato de Schrodinger quizá 😼
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