martes, 19 de febrero de 2019

Acerca de #LaCalleEsNuestra




En el marco de #LaCalleEsNuestra una pequeña reflexión, la convocatoria surgió en twitter y aunque la compartí y me sentía entusiasta al respecto el miedo me llevo a cancelar de nuevo otro plan, pero el fin de semana me envalentone a salir con una amiga, al despedirnos ninguna se animaba a dejar que la otra se fuera sola a su parada, en ello se nos fue el tiempo y la posibilidad de tomar la combi se extinguieron, yo dentro de su compañía me sentía segura, caminaba por las calles del centro deshabitado y semidesértico que es Puebla de noche... tarareaba.



Al final optamos por un sólo destino, la casa más cercana, así subsanamos la angustia de la espera que implica un "ya llegue a casa", tomamos un ruta que pasó casi vació, llegadas al paradero decidimos esperar la alimentadora a pesar de que mi casa estaba a escasas cinco calles, pero para nosotras el espacio se vuelve relativo de acuerdo a la hora del día en que se camina por ellas. La alimentadora no pasaba y decidimos caminar.

Desde la infancia me acostumbré a caminar rápido, por mi baja estatura y por seguirle el paso a los adultos, también tengo la costumbre de caminar e ir mirando hacia atrás por si acaso sin embargo para  mi amiga no era suficiente esta precaución, ella prácticamente corría por la acera, me costaba andar a su paso y entonces sentí vergüenza, de esa seguridad que yo aún conservaba, de querer tomar una condenada foto para el mierda twitter y de mi despreocupación.

Me dio tanta vergüenza y coraje, porque pensé también en las mujeres prominentes  a quienes llevan y traen sus choferes, que nunca se bajan de sus autos y ni por error toman el transporte público, mujeres tomadoras de decisiones, cuyas voces se hacen escuchar, pensé con ironía que salieron esa noche "por las que no pudieron salir" y en como "alzan la voz por las que no pueden alzar", ¡no, pues... ¿gracias?! gracias por salir a tomar la calle cuando lo que deberían hacer es estar luchando por crear las condiciones idóneas para que todas podamos salir y no andar usurpando miedos ajenos, vulnerabilidades de otras.

Lo pienso y mientras más lo pienso la ira me embargar, ante tanto lucro con el miedo de aquellas que deben salir a la calle de noche, no por la foto, ni la pose cuasi feminista sino porque esa es su hora de salida del trabajo, la escuela, por la necesidad de hacerlo,  y entonces me parecieron verdaderamente ridículas las fotos en las plazas, restaurantes y bares desde el  resguardado de cuatro paredes, una iluminación impecable y personal de seguridad.

Disculpen la comparación,  no es mi intensión herir susceptibilidades pero si invitarles tantito a la reflexión, porque me descorazona bastante tanto lucro y publicidad cimentada en un miedo y una vulnerabilidad que no llegamos a compartir, ni a dimensionar, ni a encarnar de la misma manera. A la luz de lo anterior también ando repensando nuestras actividades de visibilidad que al final parecen no transcender de la foto en redes sociales de las siempre mismas.

sábado, 2 de febrero de 2019

Por si acaso



Hace unos días encontré un tweet que me llego al alma, y me puso a pensar también en todas las cosas que pensamos y tenemos que hacer las mujeres "por si acaso" por si acaso se les ocurre matarnos, violarnos, desaparecernos y todas las combinatorias que devienen de estos tres fatídicos sucesos y suceden antes, durante y después. 

El tweet es el siguiente:



Me quede atónita cuando lo leí porque llevaba días hierviendo de rabia, ante una nota del diario cambio (siempre amarillista, nunca confiable), dónde retomaron una foto del perfil de fb  Sthepanie Michelle Vega, la típica foto con el filtro de perrito de snapchat y lo acompañaban con la frase "Sthepanie no usaba filtros", cada vez que lo pienso se me revuelven las tripas.

Esto  se conjunto con una preocupación que el año pasado surgió en mí, vinculada precisamente a la rapiña que hacen de las  fotografías en redes sociales de manera particular de las víctimas de feminicidio, y empece a estresarme ante el hecho de uno de esos múltiples "por si acaso", por si acaso llegaran a asesinarme,  por si acaso llegase a ser una víctima más,  ¿cómo me van a recordar?¿cómo me van a conocer?

y entonces ahora viva, me doy el lujo de ser banal y esperar que al menos dentro de esa mala ética periodística de robar fotografías de nuestras cuentas personales, el saqueo de tumbas del siglo XXl -considerando la transcendencia que tienen las redes en un mundo digital-, me doy el lujo de esperar rescaten una foto linda, dónde sea yo, dónde me vea feliz, dónde me vea plena, para que mis seres queridos no sufran tanto, para que me recuerden bonita porque es el único lujo que podernos darnos las mujeres (la vieja confiable patriarcal de ser  catalogadas bonitas).  

Lo pienso y me estremezco. A veces a tono de juego enuncio la importancia de la foto de perfil para que nos conozcan postmortem, me mofo pero elijo cuidadosamente la siguiente foto, me río e intento después de carcajearme sonreír, porque detrás de esta nube de humor negro se encuentra el miedo.

Hace dos semana a una chica la manosearon mientras salía a dejar la basura a las seis de la tarde, una ya se acostumbro a tomar la hora en que te agreden para tratar de exculparse ante la sociedad que te cuestiona primero, después te juzga y al final si le viene en gana se indigna. Deje acumular la basura una semana porque me daba terror salir a la esquina de mi casa y que pudiera pasarme lo mismo. 

Esta semana se han viralizado los intentos de secuestro en el metro del DF, en Puebla se ha comenzado a visibilizar el bulevar cinco de mayo como espacio de secuestro y captación de mujeres, desde allí nos abducen en Puebla.   

Da impotencia saber que incluso nuestras propias estrategias se han volteado en contra nuestra, en  el último post que leí se narra como una chica corrió a tomarse de la mano de otra para pedirle ayuda e intentar subirla a una camioneta, no estamos seguras ni entre nosotras mismas, todas las estrategias son fútiles en un mundo tan retorcido. 

El corazón se me hace jirones cada vez que leo todos nuestros por si acaso cargo el gas pimienta, por si acaso comparto mi ruta en tiempo real, por si acaso voy a talleres de autodefensa y en la ronda de preguntas surgen todas las experiencias del horror y las estrategias de como reaccionar la próxima vez, por si acaso hay una próxima vez, porque sabemos en el fondo que va a volver a sucederle a alguna.

Fue en 2017, en el marco del feminicidio de Lesvy, si en el marco porque cada víctima forma parte de nuestra efemérides dolorosas, siguen allí en nuestra memoria a espera de justicia,  surgió el #SiMeMatan, y nuestras redes sociales se volvieron epitafios digitales, daba escalofríos ver la sección de noticias que se torno en panteón ambulatorio. 

Porque ya ni siquiera se pugna por la vida sino por el correcto reconocimiento -Ninguna quiere ser La Desconocida Número N-.

También recuerdo con mucha tristeza los "si me ves abrázame muy fuerte porque puedo ser la siguiente"  y cómo se me partía el corazón cada que lo veía plasmado acompañando al nombre de usuario de una amiga, a quien ni siquiera puedo correr y abrazar todas las veces que quisiera, porque muchas ocasiones prefiero cancelar  y quedarme en casa -por si acaso-.  

Enserio que me rompe reconocer estas cosas y darles tanta vuelta, así que por favor la que no este rota en este momento que me abrace y las que lo estén que se siente a llorar un rato conmigo, ya después recogeremos nuestros pedacitos juntas.