En el marco de #LaCalleEsNuestra una pequeña reflexión, la convocatoria surgió en twitter y aunque la compartí y me sentía entusiasta al respecto el miedo me llevo a cancelar de nuevo otro plan, pero el fin de semana me envalentone a salir con una amiga, al despedirnos ninguna se animaba a dejar que la otra se fuera sola a su parada, en ello se nos fue el tiempo y la posibilidad de tomar la combi se extinguieron, yo dentro de su compañía me sentía segura, caminaba por las calles del centro deshabitado y semidesértico que es Puebla de noche... tarareaba.
Al final optamos por un sólo destino, la casa más cercana, así subsanamos la angustia de la espera que implica un "ya llegue a casa", tomamos un ruta que pasó casi vació, llegadas al paradero decidimos esperar la alimentadora a pesar de que mi casa estaba a escasas cinco calles, pero para nosotras el espacio se vuelve relativo de acuerdo a la hora del día en que se camina por ellas. La alimentadora no pasaba y decidimos caminar.
Desde la infancia me acostumbré a caminar rápido, por mi baja estatura y por seguirle el paso a los adultos, también tengo la costumbre de caminar e ir mirando hacia atrás por si acaso sin embargo para mi amiga no era suficiente esta precaución, ella prácticamente corría por la acera, me costaba andar a su paso y entonces sentí vergüenza, de esa seguridad que yo aún conservaba, de querer tomar una condenada foto para el mierda twitter y de mi despreocupación.
Me dio tanta vergüenza y coraje, porque pensé también en las mujeres prominentes a quienes llevan y traen sus choferes, que nunca se bajan de sus autos y ni por error toman el transporte público, mujeres tomadoras de decisiones, cuyas voces se hacen escuchar, pensé con ironía que salieron esa noche "por las que no pudieron salir" y en como "alzan la voz por las que no pueden alzar", ¡no, pues... ¿gracias?! gracias por salir a tomar la calle cuando lo que deberían hacer es estar luchando por crear las condiciones idóneas para que todas podamos salir y no andar usurpando miedos ajenos, vulnerabilidades de otras.
Lo pienso y mientras más lo pienso la ira me embargar, ante tanto lucro con el miedo de aquellas que deben salir a la calle de noche, no por la foto, ni la pose cuasi feminista sino porque esa es su hora de salida del trabajo, la escuela, por la necesidad de hacerlo, y entonces me parecieron verdaderamente ridículas las fotos en las plazas, restaurantes y bares desde el resguardado de cuatro paredes, una iluminación impecable y personal de seguridad.
Disculpen la comparación, no es mi intensión herir susceptibilidades pero si invitarles tantito a la reflexión, porque me descorazona bastante tanto lucro y publicidad cimentada en un miedo y una vulnerabilidad que no llegamos a compartir, ni a dimensionar, ni a encarnar de la misma manera. A la luz de lo anterior también ando repensando nuestras actividades de visibilidad que al final parecen no transcender de la foto en redes sociales de las siempre mismas.