viernes, 21 de diciembre de 2018

La casa de "i"

Hoy pase por la casa de i, y me vino todo de golpe, aunque ya no esta el moño negro continua el recuerdo allí, el frío de aquel enero del 2007, el café, las sillas, los rezos, la frase constante "que triste que se vaya alguien tan joven", acompañada de todos esos eufemismos cómo "la falla renal" que a grandes voces se tradujo en un aborto mal practicado que cegó una vida. 

I tenía un nombre maya que significaba lucero del atardecer, la conocí en una tardeada, bailando como tanto le gustaba, formaba parte del ballet de la escuela, un grupo de salsa y solía participar de todas las distintas actividades culturales y artísticas. Sus dos dientes superiores frontales sobresalían de la mandíbula de manera tal que entre sus labios siembre había una sutil separación que le imprimían un aire sensual, o dicho de manera llana, tenía los dientes de conejo. 

Murió el 5 de enero, justo antes del día de Reyes, para recordarnos con ironía a todas que ya no eramos unas niñitas. 

Después del rumor nadie supo más que decir, ni la familia, ni los amigos, ni los profesores, todos nos conformamos con la versión que dio aquella doctora religiosa en extremo -falla renal-, no se necesitaban más explicaciones, bastaba con el certificado médico que expiaba la culpa, el delito que se materializaba persona yacía custodiado por el rigor mortis. 

y luego del silencio ensordecedor vinieron las pesquisas, siempre acompañadas de la eterna pregunta "¿Cómo es posible  habiendo tantos métodos para cuidarse?", fueron tan insistentes que también comencé a preguntármelo.

¿Cómo era posible con los seis condones anuales que nos daban acompañados de la charla impersonal impartida por algún médico del sector salud?, ¿Por qué no funcionaron las infalibles diapositivas taaan ilustrativas plagadas de vaginas con pus y penes a punto de caerse que apostaban más al miedo que a la información?

Nos interrogaron en ese entonces a las chicas con mayor fiereza, y aún después de la mayoría de edad se nos continua interrogando, incluso yo aún me cuestiono al respecto, a más de una década de distancia me continuo interrogando ¿qué puedo hacer para que nunca más vuelva a haber otra "i"?, me preguntan, me pregunto y últimamente me ando contestando que además de los condones, más información y menos miedo, nos hicieron falta diapositivas muy precisas para saber como cuidarnos de esos falos sanos en apariencia, que toda una vida nos han inculcado a amar incondicionalmente.