El día de ayer asistí a un curso
al iap, mala idea, el curso fue sobre “autoconocimiento y desarrollo del
potencial del personal en la organización” o al menos así versaba la primera
diapositiva que lo presentaba aunque los contenidos de dicho curso se centraron
en la primera sesión al autoconocimiento ¿y el personal y la organización?
supongo quedarán pendientes para la sesión a la que no volvería por nada del
mundo, ni siquiera para realizar la evaluación y dar mi pestilente opinión al
respecto, así que vomitaré aquí las anecdóticas horas de la tarde de ayer.
Antes de empezar se nos dio unas
etiquetas y ella barrió el salón con la finalidad de observar nombres complejos
y acercarse a preguntar respecto a su pronuncia so pretexto del significado, y
luego lo de siempre, presentaciones, establecer acuerdos, de esos vagos dónde
se escribe respeto sin especificar que es él respeto, porque respeto
significaba no tener el celular en la mesa, salvo los de los consejeros con
traje y corbata a quienes no atosigo tanto.
Desde las presentaciones mis ojos
comenzaron a abrirse como platos al escuchar de entrada a un consejero presidente enunciar “trabajo para el gobierno”, aprovecharé aquí para acotar que a los talleres
asistimos algunos de los consejeros ciudadanos y suplentes, que ser Consejero Ciudadano
no es trabajar para el gobierno ya que formamos parte de órganos consultivos externos y
participamos desde la ciudadanía, sin remuneración alguna, la injerencia varía
de acuerdo a los intereses del municipio y nuestro impacto básicamente se
encuentra en tratar de incidir y dar recomendaciones en la política pública a
nivel municipal de los diversos títulos que ostentan los consejos; después de
esta breve explicación espero comprendan mi sorpresa al escuchar de quién
preside un consejo de participación ciudadana asumirse empleado de gobierno, lo
que me hace pensar que no ha leído el Código Reglamentario Municipal pero ni por error al no tener claro el papel que juega como Consejero Ciudadano, ya que
como funcionario no podría ser parte de un Consejo Ciudadano debido a algo
llamado conflicto de intereses.
Las presentaciones continuaron y
la mirada clínica de la psicóloga no tardó en aparecer, el espacio de confianza fue
violado en un primer momento por ella, al solicitarle a una compañera con base
en su presentación que debía quedarse al final a conversar con ella, así sin
más, en frente de todos, independientemente de la falta de tacto y ética, yo
subrayaría que la compañera no volvió a participar en las siguientes tres horas
que perdí al interior de ese salón; la presentación transcurrió llena de
prejuicios, tienes tiempo de dormir mucho o de leer seguro eres soltera, te
hace falta un novio (porque ya saben todas las mujeres somos heterosexuales),
cambiaste de alimentación seguro eres vegetariana no dejes de comer carne porque
la ciencia dice bla bla bla (la compañera no era vegetariana ni vegana y si lo fuera qué), por citar
algunas de los comentarios invasivos que se dio el permiso de hacer apenas
conocernos.
Empezó a dar el tema, voltee por
dos segundos a hacer un comentario al compañero de junto acto inmediato me
llamo por mi nombre agitando su mano para que yo viera hacia ella, a lo que
pude leer que de técnicas pedagógicas carecía y además que únicamente haría
observaciones y llamados de atención a aquellas personas que viera como sus pares
o por debajo de ella considerando la edad y el género principalmente, lo que
eximio a mi compañero de ser reprendido a pesar de haber dormitado en algunos
momentos, a los señores de traje les dio permiso de menospreciar los
comentarios de las compañeras, pero a mi compañera de consejo no la salvo de
ser reprendida por tomar el teléfono un instante.
Ahora puntualizaré la
participación de un consejero presidente que además ostenta el título de
arquitecto, quién se dedicó a menospreciar las opiniones de las compañeras, en
algún momento se habló de como la lectura de la historia hecha por científicos del
siglo XIX era androcéntrica a lo que él interrumpió la participación exclamando
“nada les gusta”, pasando por alto dos de los acuerdos de convivencia el de pedir la palabra levantando la mano y el del respeto que asumo de manera
idealista se refería también a las opiniones expresadas; el siguiente
comentario hilarante de este flamante personaje tuvo que ver con una compañera
que expresaba cuestiones relativa a la crianza de los hijos y sobre ser madre
soltera en casos hipotéticos, a lo que él nuevamente interrumpiendo expreso a todo pulmón “estás así
porque quieres” (sólo le faltó decir mamacita), podría echarme un rollo muy
amplio respecto a este ofrecimiento dado en el aula de un Instituto, hecho
hacia una compañera a quién probablemente veía por primera o segunda vez pero
lo dejaré a criterio de cada quien; subrayaré que ambos comentarios sucedieron
en presencia de la facilitadora quién de manera indolente ignoro lo sucedido.
Las escenas anteriores fueron dadas
después de nuestro receso, cuando los comentarios se desataron y fue más que
evidente que de perspectiva de género no tenía nada nuestra bien intencionada
facilitadora, quién los cuarenta y cinco minutos que me quede dentro de esa
aula se la paso hablando de como habíamos desvalorizado el papel de los hombres
y el don que nos dio Dios o la naturaleza (para quién no crean en dios
puntualizo) para parir hijos que no debemos menospreciar, y entonces el ilustre
arquitecto que se autodefinió a sí mismo como sociólogo urbano nos aventó otra
perla devenida del más rancio positivismo respecto a que la evolución se debe
precisamente a la complementariedad de los sexos, porque ya saben somos mitades
incompletas del mundo y estamos en armonía cuando hombre y mujer juntamos
nuestros cuerpecillos y nos reproducimos (sic); y para cerrar con broche de oro hizo aparición la especialización o intereses en neurociencia de la
facilitadora quien nos comenzó a explicar como secretamos determinadas
sustancias químicas las mujeres cuando estamos cerca de un hombre, seguido del discurso
pro familia, etc.
En el curso salieron cuestiones anecdóticas
también sobre sus amigas las divorciadas que quisieran estar casadas y no
tenían un hombre a su lado porque fueron jóvenes rebeldes por influencia de su
medio pero que ahora quieren a un hombre por argumentos que tienen que ver con
cuestiones de no trabajar y seguridad económica, argumentos que ella puso en la
mesa para después decir que pese a lo dicho no era por cuestiones económicas
sino por necesidad de complementariedad afectiva, quizá si hubiera dicho que sus amigas deseaban despertar
con alguien al lado o con quién compartir la vida tal vez me la hubiera creído
pero sus argumentos y su propuesta no empataban mucho que digamos, me parece que en ese momento dejo de escucharse a sí misma en ese momento, ya que se encontraba tan ocupada tratando
de ganar legitimidad y demostrar que su punto era el correcto que acabo
empleando cuarenta y cinco minutos para una cuestión que ella expresamente
había dicho no iba a profundizar.
Y finalmente la compañera con la
que iba y yo decidimos salir, al no haber escuchado nada respecto al “autoconocimiento
y desarrollo del potencial del personal en la organización” más que el trillado
discurso que consiste en que nosotros cambiemos y nos conozcamos para después cambiar
el mundo, argumento bastante debatible que también dejaré a sus capacidades
críticas, fue curioso porque como mujeres feministas no fuimos quienes nos clavamos en el tema, incluso pasamos por alto muchos de los
comentarios al observar a una facilitadora poco sensible, en este momento que
redacto ya pasadas las horas, más que molestia la situación acabo causándome un poco de pena, al reflexionar
sobre la manera tan obstinada en que rebatía y buscaba argumentos nuestra
facilitadora, incluso llego el momento en que se abrió con el grupo y develo un
poco de su historia personal con la finalidad de apelar a nuestra comprensión
en su papel autoasignado de defensora de los hombres pero para ese entonces ya
había perdido mi interés y las ganas que tenía de compartir con aquel grupo se habían esfumado
después de escuchar dos veces que
feminismo y machismo son polos opuestos, una vez por el ilustre
personaje antes mencionado y la otra por la facilitadora.
Pero lo que más me causo pesar
fue dejarla allí en medio de esos consejeros ciudadanos trajeados que han
olvidado su parte de ciudadanos y por ostentar
un mugroso gafete una vez al mes se siente servidores públicos, la pienso aún
allí tratando de buscar argumentos sólidos en la biología y una historia
evolucionista de hace dos siglos para convencernos, la recuerdo desnudando su
historia personal frente a gente desinteresada y harta, noto sus intentos por
convencernos de ser parte de esta cruzada que se ha autoimpuesto para “revalorizar a los
hombres” y se me encoje un poco el corazón.
Para cerrar les dejaré mis notas
del curso: