Era una noche fresca de otoño, probablemente octubre - ¿por qué no iba a ser octubre? a caso no es en ese mes cuando la luna con sus encantos románticos hace de las suyas, y sus embrujos son más potentes por su cercanía con nuestra raza de mortales habidos de cariño y faltos de amor propio-, íbamos caminando por las calles ya oscurecidas de puebla, aquellas que fueron trazadas por los mismisimos ángeles, caminábamos por el simple placer de andar errantes por el mundo, errantes en sus dos acepciones, dos almas caminando sin rumbo o finalidad alguna en un día frío y a altas horas de la noche son eso, un error, un argumento falaz de juventud, indecisión y ocio, hasta que al fin el azar nos presento algo en que emplear nuestro tiempo y dinero, ante ese fantasma capitalista que nos da todas las libertadas y oportunidades al tiempo que susurra al oído el mundo es tuyo si puedes pagarlo, total que decidimos entrar a aquel café dónde salían notas de amor por tan solo $35.00 más anexados a la cuenta, una cantidad razonable que ofrecía un ambiente placentero, con veladoras a medio quemar en vasos todos chamuscados - y así es como la devoción religiosa baja a los simples mortales cuando las sacras seras se emplean para halagar al otro-, un techo que nos cubría del supuesto rocío de las noches -inexistente en la ciudad, porque la misma lógica lo anula, ¿que objeto tendría desperdiciar aquella finísima llovizna, finísima en sus dos acepciones, en simples mortales ingratos que han remplazado los arboles por edificios, las flores y el pasto por asfalto y concreto hidráulico? -, un techo que nos hiciera pensar en un cielo cubierto de estrellas que no podíamos ver ni adentro ni a fuera pero que estaban en nuestro imaginario romántico sobre nuestras cabezas -recuerden que era octubre-, estrellas tintineando con cada beso furtivo dado por las sacrosantas calles para malestar de los ángeles que las trazaron y que además tienen la desgracia de ser inmortales y ser nuestras niñeras personales aún cuando somos adultos y tenemos licencia para cometer las peores atrocidades; en fin, entramos ignorantes o inocentes -porque la ignorancia y la inocencia van de la mano en el imaginario social occidental- y salimos malditos, y Don Joaquín Sabina se hizo presente, el Señor Silvio Rodríguez, Pablo Milanes y algunos otros trovadores más comerciales, y para finalizar aquí va esta canción dedicada para las parejas aquí presentes, es como un mantra para mi, se la compuse a la que ahora es mi esposa y llevamos 15 años de vivir felices, espero les sirva tanto como a mi... ¡NO0o! y la maldición devino en la expulsión del paraíso, porque el paraíso solo existe en el presente y el peso del futuro no hace más que aplastarlo, y la luna ficticia sobre nuestras cabezas había comenzado a menguar para dar paso a la luna nueva, y las estrellas comenzaron a desvanecerse a perder su brillo porque la madrugada era recia y debía dar paso a la mañana, y octubre iba a terminarse para dar paso a noviembre, y el amor devenía en desamor y el futuro y la entropía y las leyes de morphy... y cuando me di cuenta ya estábamos despidiéndonos de beso en la mejilla en la puerta de mi casa ¿qué vas a hacer mañana? preguntaste, ¿qué vamos a hacer mañana? fue mi respuesta, y sonrisas de incertidumbre fueron percibidas por las miradas de duda de dos jóvenes que deseaban el mejor plan pour le futur prochai que más que estructura grámatical pareciese ser una plegaría al tiempo.
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