viernes, 13 de agosto de 2021

en la crudez y la ebriedad

Hay gente que envejece mal, como los malos chistes (misóginos, racistas, clasistas, y demás), de eso me dí cuenta un buen día, en que desperté y después de mirar la cicatriz de tu espalda pensé: no quiero vivir en la crudez y la ebriedad hasta que la cirrosis nos separe, entonces me fui.

Me gustaría escribir cosas más halagueñas sobre ti... y sobre mí, porque al hacerlo escribo de un nosotros suspendido en el tiempo, pero lo cierto es que nunca estuvimos lo suficientemente sobrios como para hablar de trivialidades, que en la vida real lo son todo, como nuestro color favorito, el cotilleo de la oficina o quejarse de algún vecino, la cotidianidad siempre se mantuvo ajena y distante, en cambio sobraba tiempo para hablar de ideología, de magia, de religión, de mi mentado feminismo y tus postura antisemitas. Fuimos la sosa repetición de alguna canción de Arjona, otra historia más de Bukowski, un betseller para leer en el baño.